El carriel es para los antioqueños lo mismo que el sombrero mexicano para los habitantes de ese país: una prenda que define a una región. Aunque hay muchas especulaciones sobre el origen de la palabra “carriel” -que del francés “cartier”, que significa “bolso”, o del inglés “carry all” que significa “carga todo”-, hay quienes sostienen que la expresión es de origen hebreo. Se fundamentan en que la terminacion de las palabras en “el”, que para los hebreos es Dios, es de uso común: Migu-el, Gabri-el, Rafa-el. La palabra “guarn” significa “guardar”, y “guarni-el” sería un concepto hebreizado. Pero, cualquiera sea su origen etimológico, lo cierto es que el carriel describe al antioqueño. Tiene unas características esenciales: la fachada, lo que primero se ve, debe estar confeccionada con piel de animal sin pelar. Es indispensable la pelambre del animal (al principio eran pieles de nutria, tigrillo, jaguar y puma), pero como todo cambia, ya la fachada se hace con piel de ternero, fundamentalmente por razones ecológicas, es decir, de conservación de esas especies. Carriel sin fachada de piel será, tal vez, una cartera, pero nunca un carriel paisa. Un carriel para cada oficio Los bolsillos emblemáticos de los auténticos carrieles antioqueños, que pueden llegar a ser hasta 18, fueron evolucionando al ritmo de las necesidades de los oficios. Pero lo que está claro es que no se guardan las mismas cosas en el carriel del arriero que en el carriel del guaquero, del minero, del aserrador o del ganadero antioqueño. No se le olvide que el carriel camina con los oficios de todos los climas de Antioquia. Está también claro que el carriel usado por el arriero es el que más bolsillos tiene, pues necesita muchas cosas para desvararse en el camino. Una excelente crónica del periodista Néstor López, publicada en el diario El Tiempo, recoge esta historia: “Cuentan en Jericó que hace más de 120 años don Teodomiro Santamaría Arango llegó con su recua de mulas y todos sus bártulos revolcados en una jícara, después de una travesía desde el Viejo Caldas. Ahí vio la necesidad de un maletín donde pudiera encontrar de afán la barbera afilada, la aguja capotera, los dados, la baraja, el espejo, el jabón, la estampita de la Virgen del Carmen y sus demás aditamentos de arriero. Por eso ideó el carriel con sus doce bolsillos, incluidos los cinco secretos para guardar las cartas de la ‘moza’, la libreta de ahorros, los clavos de herrar, el cristo y el carné del Partido Liberal”. Los contenidos del carriel han desencadenado auténticos mitos. Los más mencionados son: “la yunkera (una candela antigua para alumbrar en la penumbra), la vela de cebo, el naipe y los dados (para distraerse y, de paso, apostar unos pesitos), la navaja capadora (para afeitarse o defenderse), las tenazas y el martillo (para herrar las bestias), la lima, el pañuelo, la peinilla (siempre querían estar bien presentados), el amuleto, la foto, la carta y un pedazo de mechón de la mujer que amaban. Pero eso no era todo. Además, en sus cinco bolsillos secretos escondían el dinero que ganaban por sus transacciones y los papeles que los certificaban como dueños de sus propiedades”, publicó en 2006 Catalina Gómez Ángel en la Revista Semana. En Jericó, el arte del carriel camina de generación en generación El innegable prestigio mundial del carriel jericoano está asociado al hecho de que es una tradición que sus artesanos van heredando de los mayores y proyectan sobre las nuevas generaciones. El carriel jericoano es una joya del patrimonio cultural de este municipio. Nombres emblemáticos de Jericó hablan, a su vez, de la historia misma de Antioquia que se resume en el carriel: don Apolonio Arango, don Rubén Santamaría, don Darío Rodríguez, don Gildardo Uribe, don Darío Agudelo, don Saulo Agudelo, para citar solo unos pocos nombres, que dan cuenta de esa manera prodigiosa en que un oficio se va proyectando a través del tiempo y se sigue proyectando hacia el futuro.
Consejo de Redacción AdP
Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.