Esto que estoy diciendo parece fácil y normal, pero no. Le cuento que antes de un señor que se llamaba Alexander von Humboldt, nadie hablaba de eso. El alemán del que le hablo nació en Berlín en 1769 y se murió en la misma ciudad en 1859, a los 90 años. Un tipo tan, pero tan importante que, en su honor, existen ríos, montañas, lagos que llevan su nombre. Fue esa la manera como le hicieron homenajes a todo lo que investigó, todo lo que descubrió y todo lo que logró.
En el océano Pacífico existe la Corriente de Humboldt; en Cuba el Parque Nacional Alejandro Humboldt; en la costa norte de California en los Estados Unidos está la Bahía de Humboldt; en la luna está el mar de Humboldt; en Chile, la Reserva nacional Pingüino de Humboldt; en Venezuela la Universidad Alejandro de Humboldt; en Nueva Caledonia el Monte Humboldt. Hay muchos más en todo el mundo.

¿Qué fue lo que hizo Humboldt?
Hace unos días, en El Espectador, uno de sus columnistas – Julio César Londoño – escribió una frase muy bonita que describe lo que hizo: “Humboldt fue el primero en sospechar que la Tierra era un animal redondo y que era imposible cortar una flor sin perturbar una estrella…”. Eso lo que quiere decir es que, gracias a Humboldt, a sus estudios y análisis, gracias a sus grandes recorridos por la geografía del mundo, se pudo establecer que hay una relación profunda entre las plantas, la tierra, el clima, la altitud, los animales, los minerales, y que todo está interconectado. Todos hacemos parte de un sistema y es a ese sistema al que llama “la naturaleza”.
Humboldt fue un gran científico que hizo aportes de muchísimo valor a la geografía, a la botánica, ayudó a crear el campo de la geografía botánica, fue pionero en la medición del campo magnético de la tierra, en el estudio del clima. Pero no era un “científico de escritorio”, no. Investigó en los paisajes y selvas más inhóspitas, los montes más altos, los sitios más lejanos.
Humboldt estuvo en Colombia.
Durante cinco años, entre 1799 y 1804, Humboldt realizó una expedición por América. Su capacidad de observación, las mediciones científicas con las que sustentaba sus análisis, le permitieron ser uno de los primeros científicos en plantear que las tierras que rodean el océano Atlántico, como América del Sur y África, estuvieron unidas en el pasado.
Se reunió en Santa Fe de Bogotá, con José Celestino Mutis y el sabio Caldas. Este último lo acompañó por unas pocas semanas en su expedición hacia el sur.
Fue en esta expedición que Humboldt se conoció con el cacao y de él dijo: “en ningún otro momento la naturaleza ha concentrado tanta riqueza nutricional en un espacio tan pequeño como en el grano de cacao”. Humboldt fue un teso.
Consejo de Redacción AdP
Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.