Respeto a la memoriaLA HISTORIA DE LA PUJANZA ANTIOQUEÑA ESTÁ ESCRITA CON EL SUDOR Y LA FUERZA DE LOS ABUELOS MINEROS

Usted escucha nombres como el de Don Gaspar de Rodas, y aprende que ya desde 1577, en la época de la colonia, se había redactado, en lo que hoy es Antioquia, un Código de Minas que fue sustituido en el siglo XVIII por el Oidor de la Real Audiencia, Don Juan Antonio Mon y Velarde, en 1781.  Es cierto: la minería está ligada de manera directa a la historia de nuestro departamento, y es una...
Consejo de Redacción AdP7 años .14717 min

Usted escucha nombres como el de Don Gaspar de Rodas, y aprende que ya desde 1577, en la época de la colonia, se había redactado, en lo que hoy es Antioquia, un Código de Minas que fue sustituido en el siglo XVIII por el Oidor de la Real Audiencia, Don Juan Antonio Mon y Velarde, en 1781.  Es cierto: la minería está ligada de manera directa a la historia de nuestro departamento, y es una actividad que ha evolucionado, además, con el transcurrir de los años.

Esa minería primitiva del siglo XVI vivió un remezón en el siglo XIX, en las primeras décadas de la era republicana, pues hacia el año 1820 empezaron a llegar ingenieros de otros países, que no solo introdujeron mejoras técnicas tanto en la explotación de la minería de veta como en la ingeniería de obras, sino que, además, se enamoraron de estas tierras, se instalaron aquí, construyeron sus familias y adoptaron nuestra cultura. Por eso hay apellidos tan antioqueños y tan extraños como Cock, Abad, White, Gartner, Moore, Nichols, Bayer, que están asociados de alguna manera a esa herencia minera.

El impacto de ese remezón en la economía de nuestro departamento fue notable. Todos los estudios realizados sobre este proceso concluyen que “la minería antioqueña fue la base originaria de otras actividades y empresas” (Romero, Antonio. La minería y la industrialización del país. Una mirada desde Antioquia. UdeA. 2013).

Los análisis refieren, entonces, cómo fue la minería la que contribuyó al desarrollo de la banca y, a través de ella, de todas las iniciativas empresariales en la industria textil y la metalúrgica, por ejemplo.

Este texto ya enunciado del profesor Antonio Romero aporta, además, una mirada adicional. Dice, en efecto, que el prestigio de los empresarios antioqueños contribuyó a que se consolidaran como “un grupo fuerte, con una iniciativa que no denotaba marcados prejuicios de clase, sobre todo en lo concerniente a linajes. Se vio en ellos un grupo interesado en reinvertir, en vez de acumular ganancias; en mejorar la explotación de las minas, en abrir las tierras aledañas al río Cauca, en financiar a los colonos del sur y del suroeste, y en establecer comercio con el exterior del país…” (Romero, Antonio. La minería y la industrialización del país. Una mirada desde Antioquia. UdeA. 2013).

Hay, además de ese talante descrito por el profesor Romero, una variable adicional: la

capacidad de entender una especie de axioma que hace también parte de nuestra cultura: “no poner todos los huevos en la misma canasta”. Por eso, Juan Felipe Gil Granada, historiador de la UdeA, refiere en su tesis de grado “Formación de la empresa moderna en Antioquia” (2010) que esos empresarios mineros tuvieron una característica: “la mayoría hicieron fortuna ahorrando y diversificando mucho, combinando comercio, minería, agricultura y ganadería con provechosos matrimonios…”.

Entendida la lógica de la colonización antioqueña, la movilidad de las familias, la manera como se trasladaron de unas regiones a otras, no solo en lo que fue Antioquia La Grande, incluyendo lo que hoy son los departamentos de Caldas y de Quindío, sino a otras zonas del país, puede afirmarse que en el ADN de todos los antioqueños habita un minero.

¿A quién, sino a ellos, a los mineros, se debe, entonces, ese valor de la pujanza? Sin ellos, sin su trabajo, sin su sudor, sin su fortaleza, sin sus iniciativas, no habríamos protagonizado la épica de la construcción del Ferrocarril de Antioquia por los años posteriores a 1870.

Sin ellos no se habría dado la hazaña de la vía al mar. Sin ellos, las leyendas de la arriería, que permitió el triunfo de nuestros corazones sobre las condiciones adversas de nuestra geografía, no tendrían el eco que aún hoy resuena. Esos mineros de antaño, nuestros abuelos, nuestros mayores, simbolizan lo que somos. Son héroes legendarios, forjadores de hazañas, símbolo de las tradiciones, a quienes les debemos mucho más de lo que nos podemos imaginar.

Consejo de Redacción AdP

Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

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Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

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