Respeto a la memoriaLOS DICIEMBRES DEL PASADO EN LA MEMORIA COLECTIVA

En esta época de fin de año es muy común escuchar a nuestros vecinos y amigos cercanos decir: “estos diciembres ya no son como los de antes”. En Aldea de Piedras hablamos con el jericoano José Henry Agudelo acerca de las tradiciones decembrinas de hace unas tres o cuatro décadas, y esto fue lo que nos contó. “De mi niñez recuerdo que diciembre era la época más anhelada por todos durante todo el año; unos...
Consejo de Redacción AdP7 años .14525 min

En esta época de fin de año es muy común escuchar a nuestros vecinos y amigos cercanos decir: “estos diciembres ya no son como los de antes”. En Aldea de Piedras hablamos con el jericoano José Henry Agudelo acerca de las tradiciones decembrinas de hace unas tres o cuatro décadas, y esto fue lo que nos contó.

“De mi niñez recuerdo que diciembre era la época más anhelada por todos durante todo el año; unos la esperaban por los traídos del Niño Dios, otros porque era el mes en el que todas las familias se reunían. De niño yo sentía que los años corrían más lento, que el tiempo era más largo y que diciembre estaba demasiado lejos”.

“Desde noviembre, salía a los cafetales de mis familiares y vecinos, buscando un buen chamizo para hacer el árbol de navidad, y con mi madre sacaba todas las luces y adornos navideños, para comenzar a revisar las instalaciones, bombillo por bombillo, pues antes, las luces que no funcionaban se reemplazaban por otras; ahora, que un solo bombillo falle es motivo suficiente para tirar a la basura la instalación completa, porque hoy todo es desechable”.

“Del parque de Jericó recuerdo que solo la araucaria que ya fue talada se alumbraba, y era como nuestro gran árbol de navidad comunitario. Al resto de árboles del parque no se les ponía nada, pues en aquellos diciembres el alumbrado navideño no se asumía como una competencia entre pueblos para ver cuál era el más bonito; en esos días todo giraba en torno al recogimiento y a la feliz espera de ver llegar al Niño Jesús al pesebre”.

“Otro recuerdo grato es la novena navideña: desde el 16 de diciembre comenzaba la felicidad de recorrer hasta siete viviendas distintas por día, para rezarle la novena al Niño Dios.  En algunas partes nos regalaban un dulce, y en otros lugares, donde la familia que  organizaba era pudiente, nos daban natilla con buñuelos.  Esto de rifar o entregar regalos no se veía en aquel entonces, pues nuestro principal aliciente era reunirnos con los amigos a cantar villancicos y acompañarlos con nuestras panderetas hechas de tapas de gaseosa aplastadas”.

“Pero para poder hacer la novena era necesario contar con un buen pesebre, y en mis tiempos sí que nos sabíamos fajar haciendo monumentales obras de arte.  Recuerdo salir con mi madre a comprar las casitas de cartón armables y los paticos de plástico, y desenvolver el papel de la panela, que ensamblábamos y pintábamos para que sirviera como el piso de lo que sería el Belén de toda nuestra navidad.”

“Yo no digo que ahora diciembre no sea un mes de reunión familiar o recogimiento, pero pienso que, desde que llegó al mercado tanta tecnología, ya casi no se ve a los niños disfrutar de los juegos callejeros, porque en la actualidad la integración y la amistad es virtual desde temprana edad, y a través de una pantalla no se puede vivir una navidad, como en aquellos diciembres”.

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Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

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