Seis años atrás el mundo católico posaba sus ojos sobre Colombia, más exactamente en Jericó, una tierra con una profunda tradición religiosa, que vio nacer a la Santa Madre Laura el 26 de mayo de 1874. Estas montañas fueron el pilar de una mujer decidida, que se atrevió a recorrer el departamento ondeando la bandera de la educación y la evangelización.
Su trabajo en la enseñanza le hizo descubrir su vocación como misionera. Por esto, con el ímpetu y la madurez propia de esta mujer hecha a pulso, emprendió un viaje hacia Dabeiba, donde llevó a cabo su labor como evangelizadora con las comunidades indígenas de la zona. El amor por la literatura la inspiró a escribir cerca de treinta libros en los que registró sus experiencias y viajes a través de un lenguaje sencillo y atractivo, incluso dejó escrita su autobiografía, que tituló Historia de la misericordia de Dios en un alma.
La vida de esta mujer se convirtió en un ejemplo para las comunidades religiosas, quienes resaltaban con frecuencia los valores y el trabajo adelantado durante su paso por las escuelas. Todo este reconocimiento hizo que altos mandos eclesiásticos se fijaran en su labor y que el gobierno del presidente Eduardo Santos la condecorara con la Cruz de Boyacá en 1939.
Después de un largo trajinar y de un notable deterioro en su salud, su luz se apagó el 21 de octubre de 1949; sin embargo, su obra comenzó a ser reconocida en todo el país y sus favores concebidos fueron forjando un camino hacia su beatificación en 2004, proclamada por el papa Juan Pablo II. No obstante, su canonización, que destacó en el pueblo católico los valores y el trabajo incansable que caracterizó a la Santa Madre Laura, fue realizada el 12 de mayo de 2013 por el papa Benedicto XVI.
Hoy Jericó acoge a cientos de peregrinos que visitan con fervor esta tierra anclada en las montañas del Suroeste antioqueño, cuna de la primera santa colombiana que logró, sin duda alguna, llevar el nombre de este municipio a oídos del Vaticano. Gracias al trabajo evangelizador de la Madre Laura, Jericó se ha convertido en un referente turístico religioso, lo que sin duda permite una mayor generación de empleo que se traduce en un crecimiento para el municipio. Este rubro, junto al café y la minería, permite que los jericoanos vean el potencial económico de su región.
Consejo de Redacción AdP
Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.