El reciente inicio del funcionamiento de la denominada conexión vial Aburrá Oriente se convirtió en una fiesta de la antioqueñidad. Miles de carros, repletos de gentes alegres, quisieron transitar por allí durante los dos primeros días para conocer este prodigio de la ingeniería, de manera tal que se armó un trancón descomunal, pero a nadie le importó. La idea no era llegar más rápido sino conocer la obra. Todos tomaban fotografías, se saludaban, gritaban de la emoción.
Y todos tienen razón. Se trata de una obra impresionante.
No solo es el túnel vial más largo de Colombia sino el más largo de América Latina, sus 8.2 kilómetros de extensión así lo demuestran. Además, es un ejemplo en el manejo responsable con el medio ambiente y el relacionamiento con las comunidades. Una experiencia formidable de la que se pueden extraer grandes lecciones.
En Minera de Cobre Quebradona aprendemos del Túnel de Oriente
Al igual que ocurre con nuestro proyecto, los colectivos ambientales se dieron a la tarea de crear un ambiente de zozobra con una argumentación apocalíptica dedicada a generar la idea de que la flora, la fauna, el paisaje y las comunidades iban a recibir impactos irreversibles. Lee uno las frases construidas y los argumentos esgrimidos y pareciera que estuvieran hablando de Jericó. Mire tres ejemplos extraídos al azar de diferentes ediciones del periódico El Colombiano:
“El Comité por la Defensa de la Montaña de Santa Elena, ratifica la inconveniencia e ilegalidad de este proyecto por los graves efectos ambientales, económicos y culturales que generará, como lo han venido expresando en foros, debates, documentos y otros espacios de denuncia e información destacados líderes ambientales, hidrogeólogos, autoridades locales, líderes políticos, organizaciones sociales y habitantes de la región”.
Esta una argumentación del doctor Jorge Eduardo Cock que también se opuso al túnel:
“Mi punto fundamental es que al disminuirse el nivel freático muchas plantas pequeñas como helechos y líquenes ya no alcanzarán con sus raíces a tomar el agua, entonces el rastrojo se seca y se pierde la capa absorbente que forma una especie de esponja en todos los montes. Así, las lluvias no penetran en la tierra, sino que ruedan por la superficie, de manera que desaparece el papel del bosque: se muere, y con él las aguas”. Agrega, pesimista, que “prácticamente eso será un desierto, como en Boyacá o en Santander”.
Estas son consideraciones adicionales que alertaban sobre la catástrofe que desencadenaría la construcción del túnel:
“…En Santa Elena y el oriente Antioqueño, por donde se va a construir el túnel de oriente, existe una riqueza hídrica fenomenal, existe riqueza de flora… todavía se puede respirar aire puro y existe un hermoso lugar para observar, caminar y disfrutar del medio ambiente. ¿por qué insistir en un proyecto que a todas las luces es innecesario, ilegal y perjudicial? El ingeniero civil Mauricio Jaramillo, representante de la ‘Comunidad de Santa Elena organizada contra el Túnel Aburra-Oriente’ expresó que el nivel freático en algunos puntos puede bajar 130 metros, con un radio de aproximadamente 15 kilómetros, con lo que se perderán los nacimientos de mínimo 30 quebradas que se usan como fuentes de acueductos de las veredas.
“El estudio dice que se pueden perder 185 litros de agua por segundo”, agregó el ingeniero Jaramillo. A esas voces de protesta se unió el economista y ex ministro de Minas y Energía Jorge Eduardo Cock, quien fue enfático en el impacto “catastrófico” que tendrá el proyecto: “Ese túnel es un atentado contra la vida de la población…”.
No dejaron de encontrarse los mismos argumentos que se escuchan por aquí sobre el atentado del proyecto Minera de Cobre Quebradona contra las vocaciones del municipio.
“Además, denuncian que afectará la movilidad para el tradicional corregimiento de las flores, que en la actualidad vive del turismo…”.
La realidad del túnel hoy
Todos los analistas confluyen en definir a Medellín, la capital paisa, como una ciudad extraordinaria que tiene tres pisos y tres climas. A esa condición, que la caracteriza como la ciudad de la eterna primavera, se sumaría el clima de Santa Fe de Antioquia, un clima cálido y un paisaje histórico al que se accede por el Túnel de Occidente, y que con las intervenciones viales que avanzan estará ubicado a escasa media hora de la capital. De otro lado, el Túnel de Oriente pone al valle de Rionegro a una distancia de dieciocho minutos. ¡Un logro extraordinario!
Emociona la iluminación, la sensación tranquilizante de tecnología presente. El interior de la montaña se atraviesa en tan sólo once minutos a una velocidad de sesenta kilómetros por hora. Y entonces, es fácil descubrir accesos peatonales cada cuatrocientos metros, y accesos vehiculares para casos de emergencia cada mil seiscientos metros.
Se instalaron en el interior más de ciento nueve cámaras dotadas con la más avanzada tecnología, y los sistemas de ventilación son de última generación. Entrar al centro de control es como entrar a unas pequeñas instalaciones de la NASA.
Debe destacarse también que esta obra monumental es mucho más que un túnel, es, como dice la revista Semana, “un complejo de obras compuesto por 3 túneles, 9 viaductos, 2 intercambios viales y vías a cielo abierto, que en total suman 22.3 kilómetros. En esta mega obra trabajaron 3.300 obreros y se excavaron 3 millones de metros cúbicos de tierra…”.
¿Y Santa Elena qué?
Bueno, no se hundió, no desapareció la fauna y la flora, las aguas tampoco desaparecieron ni se contaminaron, el paisaje no se desfiguró, los silleteros mantienen sus tradiciones, el turismo sigue transitando maravillado por esas tierras y no desapareció ninguna de las vocaciones del territorio.
Se puede ir a Santa Elena y respirar su aire. Ninguna de las profecías apocalípticas se cumplió. ¡Mucho que aprender del Túnel de Oriente!
Consejo de Redacción AdP
Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.