Respeto a la memoriaRAMÓN NICOLÁS CADAVID, EL PADRE VISIONARIO Y EMPRENDEDOR

“Esta historia, sencilla y modesta como el personaje mismo, cuya vida vamos a relatar, se ilumina con la aparición de la noble y distinguida figura del padre Ramón Nicolás Cadavid, intrépido caudillo espiritual del pueblo jericoano, insigne cofundador de la ciudad y de la diócesis; formidable apóstol de la caridad, del trabajo y del progreso, de impe­recedera y gratísima memoria entre todos los jericoanos y en todo el suroeste de Antioquia por su inflamado celo...
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“Esta historia, sencilla y modesta como el personaje mismo, cuya vida vamos a relatar, se ilumina con la aparición de la noble y distinguida figura del padre Ramón Nicolás Cadavid, intrépido caudillo espiritual del pueblo jericoano, insigne cofundador de la ciudad y de la diócesis; formidable apóstol de la caridad, del trabajo y del progreso, de impe­recedera y gratísima memoria entre todos los jericoanos y en todo el suroeste de Antioquia por su inflamado celo apostólico y por su acen­drado espíritu cívico”.

Así comienza el padre Jorge Álvarez Arango su relato en la revista Jericó número 5 de 1975, en la que escribió sobre el padre Ramón N. Cadavid, un concordiano que desde su llegada a nuestro municipio marcó el rumbo emprendedor e industrial que haría de la Atenas del Suroeste un referente empresarial y económico a nivel regional y nacional.

Ramón Nicolás Cadavid González nació el 5 de diciembre de 1851 en el municipio de Concordia, Antioquia. Con solo 16 años ingresó al Seminario Menor de Antioquia, ubicado en el municipio de La Ceja, donde en 1928, gracias a sus esfuerzos, recibió una beca para ingresar al Seminario Mayor de Medellín, lugar en el que sería condiscípulo del excelente escritor y expresidente de la república, don Marco Fidel Suárez.

Y seguramente fue al lado de Marco Fidel Suárez que el padre Ramón N. Cadavid cultivó su talento de hombre emprendedor y visionario. Talento que daría como resultado enormes proyectos de vanguardia en Jericó durante su servicio como párroco del municipio, labor que desempeñó durante 36 años (1875-1911) y en la que adelantó importantísimas obras de desarrollo local, entre las que se destacan el inicio de los cultivos de café en la comarca, la construcción de la planta eléctrica en 1906 —que abasteció de luz y fuerza al municipio—, la instalación de una fábrica de hilados y tejidos de algodón con la que se empleó a cientos de jericoanos, la contribución eficaz en la conformación del banco de la localidad y la gestión con los gobiernos para el mejoramiento de Jericó.

Sin embargo, en esta carrera de desarrollo del padre Ramón N. Cadavid, a quien los habitantes del municipio denominaron el “Fundador del progreso de Jericó”, también apareció oposición; pero quién creería que llegaría desde la misma Iglesia con el nombramiento hecho por Monseñor López de Mesa, en 1905, del padre Álvaro Obdulio Naranjo como Cura Excusador de la parroquia dirigida por el padre Cadavid. Debido a su entusiasmo y entrega por el progreso de Jericó, sus superiores argumentaron que estaba más entregado a las obras materiales que a las ministeriales; y aunque su vida sacerdotal fue íntegra, él siempre optó por el desarrollo del municipio.

En algunos documentos históricos en los que reposa la vida y obra del padre Cadavid relatan cómo Monseñor Maximiliano Crespo lo llamó irónicamente en público “pastor de vacas”, bochornoso incidente que produjo la desaparición del padre Ramón N. de la vida pública y, por consiguiente, el estancamiento material y cívico de Jericó.

El padre Ramón N. Cadavid fue un hombre de gran dinamismo y de visión realmente extraordinaria, a tal punto de que hay quienes afirman que, si al padre Cadavid lo hubieran dejado trabajar y hubiese vivido más tiempo, Jericó, con el ritmo de progreso que le había marcado este sacerdote, sería hoy, indudablemente, una ciudad y un centro industrial y comercial casi tan importante como Medellín.

Fuentes de investigación:

Artículo sobre la vida y obra del padre Ramón N. Cadavid, escrito por el padre Jorge Álvarez. En: Revista Jericó, edición 5, año 1975, págs. 388- 412. Centro de Historia, Jericó.

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Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

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