Respeto a la memoriaANTIOQUIA TIENE UNA HISTORIA DE MINERÍA, PUJANZA Y DESARROLLO

Cuando de pujanza se habla, es imposible no pensar casi de inme­diato en el antioqueño. Pero entender esta historia de progreso y desarrollo implica remontarnos a los anales de la historia de la conformación de nuestro departamento para conocer un poco más de cerca el despegue comercial y el crecimiento económico de Antioquia. Desde mediados del siglo XIX, luego de la independencia, Antioquia trazó un rumbo comercial y de desarrollo que se forjó a lomo...
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Cuando de pujanza se habla, es imposible no pensar casi de inme­diato en el antioqueño. Pero entender esta historia de progreso y desarrollo implica remontarnos a los anales de la historia de la conformación de nuestro departamento para conocer un poco más de cerca el despegue comercial y el crecimiento económico de Antioquia.

Desde mediados del siglo XIX, luego de la independencia, Antioquia trazó un rumbo comercial y de desarrollo que se forjó a lomo de mula y empresarios de a pie. Para esa época, los antioqueños comenzaban con una gesta que, aunque modesta, ya contemplaba algunos negocios internacionales, que se empezaron a fortalecer una vez superado el régimen colonial. En el naciente departamento aparecieron procesos de industrialización y empresarismo muy marcados, que le darían re­conocimiento y respeto en Europa al gremio empresarial antioqueño.

Y en toda esta gesta comercial la minería fue el renglón más importante para el apalancamiento del desarrollo del departamento. Gracias a la iniciativa que tomaron algunos hombres emprendedores e ilustres, como Carlos Coriolano Amador y Juan Bautista Mainero y Trucco, de ir en busca de tecnología extranjera para la conformación de empresas mineras y metalúrgicas, muchas de ellas conformadas en el Suroeste antioqueño.

Carlos Coriolano Amador, nacido en la ciudad de Medellín en 1835, quien desde muy joven se mostrara inquieto por el emprendimiento y el afán de crear nuevas industrias innovadoras que jalonaran la economía en Antioquia, logró con su ímpetu ser el gestor y accionista principal de grandes empresas como la Sociedad Minera del Zancudo y Sabaletas y la Sociedad Minera de los Chorros, ambas asentadas en territorio del Suroeste antioqueño. Con las que Amador lograra consolidarse como uno de los empresarios más grandes e influyentes de su época en todo Colombia.

La Sociedad Minera El Zancudo, empresa dedicada a la producción de oro y plata en el municipio de Titiribí, en el Suroeste antioqueño, fue la gran obra de Amador. De esta fue el mayor accionista gracias a su matrimonio con Lorenza Uribe, dueña de la mitad de los derechos. Con su pujanza logró llevar la mina a su máximo desarrollo, aplicando sis­temas alemanes de extracción y beneficio de minerales por fundición, para lo cual trajo a varios técnicos europeos expertos en metalurgia. Esto dio origen a los primeros montajes industriales a gran escala en la región —Sabaletas y Sitio Viejo —, modelos desarrollados más adelante en el montaje de la terrena de Amagá, empresa en cuya junta directiva también estuvo Amador. El valor de El Zancudo subió de cien mil pesos en 1865 a cuatro millones de pesos en 1881, sin contar las reservas de sus minas, avaluadas por el ingeniero Robert While en ocho millones (un kilo de oro valía mil quinientos pesos). En el decenio de 1880 ya era la empresa más grande de cualquier tipo que hubiera existido hasta entonces en Colombia, sobrepasaba la Ferrería de Pacho, la empresa textilera de Samacá, la Cervecería Bavaria y la Ferrería de Amagá. En 1887 logró una producción mensual sin precedentes de sesenta y ocho libras de oro y cincuenta y tres de plata, contó con mil doscientos tra­bajadores directos, más de trescientos muías y cerca de setenta minas en explotación.

La vida empresarial de Carlos Coriolano Amador estuvo muy ligada al desarrollo del Suroeste antioqueño y, sobre todo, al de Jericó, pues gracias a su capacidad de emprendimiento se dio la construcción del puente que cruza sobre el río Cauca en Puente Iglesias, y parte de sus inversiones las hizo en estas tierras, ya que era poseedor de grandes haciendas ganaderas en territorio jericoano. Murió el 13 de octubre de 1919 y su capital quedó dividido entre sus numerosas hijas y yernos. Los experimentos empresariales y fabriles de Amador fueron de utilidad para muchos administradores de la Escuela de Minas de Medellín, inge­nieros, abogados y hasta médicos; pues sirvieron como laboratorios de práctica en el interesante y novedoso manejo de la industrialización que se daría copiosamente en el país desde la segunda década de este siglo.

Fuentes de investigación:

  • http://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-43/coro­liano-amador-el-burro-de-oro-un-empresario-del-siglo-xix.

Una aproximación histórica a los negocios internacionales y a la presencia extrajera en la Antioquia del siglo XIX. María Alejandra Calle Saldarriaga. Págs. 1 a 5. Universidad EAFIT, 2005

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Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

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