EditorialEL MES DE LOS NIÑOS Y DE LAS NIÑAS ES EL MES DEL FUTURO

Es inevitable no pensar en el futuro cuando se está frente a la niñez. La pregunta que nos hacemos todos los padres es precisamente esa: ¿qué va a ser del futuro de mis hijos? Esa pregunta es trascendental y sólo se la hace la especie humana. Ninguna otra especie animal se hace interrogantes, ninguna otra especie animal piensa en términos de tiempo. Esto se debe a que somos, además, la única especie que tiene conciencia...
Consejo de Redacción AdP6 años .14923 min

Es inevitable no pensar en el futuro cuando se está frente a la niñez.

La pregunta que nos hacemos todos los padres es precisamente esa: ¿qué va a ser del futuro de mis hijos?

Esa pregunta es trascendental y sólo se la hace la especie humana.

Ninguna otra especie animal se hace interrogantes, ninguna otra especie animal piensa en términos de tiempo.

Esto se debe a que somos, además, la única especie que tiene conciencia de sí misma. Cuando un perrito o un pájaro, por ejemplo, están frente a un espejo, creen que tienen ahí en frente a otro animal. Nosotros entendemos que frente al espejo estamos nosotros mismos, tenemos conciencia de nuestra identidad. Sabemos quiénes somos.

Pensar en el futuro es lo que ha hecho que como especie protago­nicemos las grandes transformaciones de la humanidad. Hemos visto pasar civilizaciones, culturas y desarrollos inimaginables: desde el fuego, atravesando por la rueda, la arquitectura, las matemáticas, las máquinas voladoras, las telecomunicaciones, la energía eléctrica y las energías alternativas, los usos de la cuántica, los avances médicos y de la salud.

A no dudarlo, la calidad de vida de hoy es infinitamente superior a la calidad de vida del siglo XVI, y ni qué decir respecto a las condiciones en las que vivían nuestros antepasados en la época de las cavernas.

Nuestro deber como padres es propiciar en nuestros niños esa capacidad de pensar en el futuro, entender que ellos no tendrán los mismos retos que nosotros porque su futuro será diferente al nuestro. Comprender que no son nuestros apéndices, que no somos nosotros los que decidimos qué van a ser o quiénes van a ser, que nuestra responsabilidad es educarlos con el ejemplo en valores, en responsabilidad, en respeto por el otro, en el amor, en tener la fuerza para abordar las dificultades y la alegría para disfrutar sus logros.

De repente, son ellos quienes mejor nos enseñan. De nuestra parte, debemos aprender a escucharlos.

Consejo de Redacción AdP

Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

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