Compromiso transparente con el medioambienteEl comino crespo, la historia de un renacimiento y el aporte de un hombre extraordinario

Con el nombre de “Corazón de Comino” los periodistas Jorge Luis Montoya Suárez y Jhon Edward López Loaiza realizaron un interesante trabajo académico que narra la épica del árbol de comino crespo en nuestra región. Hay un contexto que los autores expresan en los siguientes términos: “A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, con la fundación y construcción de las nuevas viviendas de los pueblos que iban surgiendo en el Departamento, una...
Consejo de Redacción AdP7 años .235788 min

Con el nombre de “Corazón de Comino” los periodistas Jorge Luis Montoya Suárez y Jhon Edward López Loaiza realizaron un interesante trabajo académico que narra la épica del árbol de comino crespo en nuestra región. Hay un contexto que los autores expresan en los siguientes términos: “A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, con la fundación y construcción de las nuevas viviendas de los pueblos que iban surgiendo en el Departamento, una especie arbórea fue arrasada casi en su totalidad de los suelos antioqueños. Esta especie es el comino crespo (Aniba Perutilis), árbol insignia, de finas maderas, con el que los fundadores construyeron hermosas y resistentes casas coloniales que hasta la fecha aún se mantienen en pie. En la actualidad, Rodrigo Tobón, un hombre de 70 años, habitante de la vereda Vallecitos de Jericó, ha emprendido la dura labor de repoblar nuevamente los bosques nativos de Antioquia con esta especie tan codiciada”. El hombre extraordinario “Corría el año 1967, y Rodrigo Tobón, un joven de 20 años, decidió abandonar su hogar natal en la vereda Vallecitos de Jericó; partió sin rumbo fijo, en busca de nuevos horizontes. Al despedirse dejaba atrás su historia familiar, sus padres, sus hermanos, sus amigos y sus cultivos, y al pasar por la portada de la pequeña finca, se despidió también de aquel comino que años atrás su padre había plantado; el que seguía creciendo a la orilla del camino y que para él nunca había tenido mayor importancia”. “Veinte años más tarde regresó a su hogar, cuando su familia ya lo daba por muerto. Al regreso solo encontró a sus hermanos, pues sus padres ya habían fallecido. El mundo que esperaba recorrer se redujo a unos cuantos municipios del Suroeste antioqueño, donde laboró en fincas cafeteras de Santa Bárbara, Montebello y Fredonia.

El pequeño comino, el último recuerdo de Rodrigo al partir, era ahora un árbol de 40 años, de madera fina y frondoso follaje, que había crecido durante su ausencia, y que, silenciosamente, guardaba esas historias de los acontecimientos familiares que él se había perdido mientras estuvo lejos de casa”. “Ese árbol en la entrada de la finca, le recordaba todo el tiempo que había transcurrido mientras estuvo lejos. Fue también ese árbol el que lo inspiró a mantener vivo el legado de su padre, y así, en 1988, con vagas nociones sobre el proceso de plantación del comino, decidió salir en busca de semillas que comenzaría a sembrar en sus cafetales. Lo que Rodrigo no se imaginaba era que esta especie que antes abundaba en los bosques que lindaban con su finca, estaría reducida casi a cero, producto de la codicia humana que la arrasó para utilizar sus finas maderas en la construcción de puertas, ventanas y pisos de tabla”. “A pesar de esto, no declinó, y tras recorrer los bosques nativos de Jericó y del corregimiento de Palermo, en el municipio de Támesis, logró hallar algunos especímenes que todavía se mantenían en pie, tal vez de 100 o 120 años de edad, que aún daban buena semilla. Esto se constituyó en el capital inicial de su sueño de repoblación de la especie. Una labor que, a la fecha, lleva 30 años, tiempo en el que ha perfeccionado su técnica de búsqueda, recolección y siembra”. “Por su altruismo le otorgaron el premio Distinción Vida CORANTIOQUIA en el año 2015, un hecho que hizo visible su historia y su labor, y con la que logró obtener un reconocimiento que trascendió fronteras. Ahora su trabajo es conocido en otros departamentos de Colombia, como Cundinamarca, Santander y Nariño, y en otros países suramericanos, como Perú y Chile”. Concluyen con la referencia a un artículo publicado en El Colombiano, que, con el título de “Me importa un comino”, le hace un homenaje: “A la entrada de la finca está su comino crespo favorito. Uno al que le saca 100 palitos cada ocho meses. Joyas que brotan de un árbol casi extinto, de entrañas doradas, que valen lo que vale el oro. Gran ironía resulta para él y los visitantes ver ese ejemplar frondoso y bien cuidado, con una de las maderas más apreciadas del mundo, delante de una casa que estaba a punto de caerse y cuyos canceles están hechos con tablas baratas”. ¡Tanto que aprender de gente como Rodrigo!

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Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

2 comments

  • Daniel

    Abril 3, 2019 at 10:07 pm

    excelente articulo, mi nombre es Daniel y estoy interesado en adquirir 10 arboles de comino para la siembra en el departamento del Cauca, tienen algún numero telefónico para el contacto con el señor Rodrigo, quedo agradecido, cordialmente,

    Daniel Ortega

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    • Consejo de Redacción AdP

      Abril 8, 2019 at 4:15 pm

      Gracias Daniel por tu interés.
      El número de Rodrigo es 311 376 61 23, donde generalmente contesta su hermana, Marina.
      Esperamos que puedas seguir disfrutando nuestros artículos.

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