De manera recurrente hacemos referencia aquí a las enseñanzas del Espíritu Jericoano, y lo hacemos como un homenaje a las lecciones imperecederas que nos ha dejado una cultura y una manera de actuar que es, a todas luces, ejemplar y digna de imitar.
Son comunes en las crónicas y relatos de las épocas de los abuelos las referencias al tema de “la palabra empeñada”. Mantener la palabra era una virtud y una condición suprema. Los abuelos repetían que si faltasen a la palabra no estarían engañando a aquel con quien se comprometieron, sino que se estarían engañando a sí mismos, a sus familias, a su sangre.
La palabra empeñada opera como un principio ético. Desencadena una perfecta coherencia entre lo dicho y lo hecho.
Buena parte de la crisis de nuestro país y de los impactos de la corrupción imperante se deben al poco valor que tiene la palabra, a la incoherencia.
La valla que recientemente hemos ubicado hace referencia a este principio. La palabra empeñada significa, de igual manera, hablar con la verdad.
Nuestra palabra hace referencia a que tenemos un compromiso como aliados del desarrollo de este municipio, compromiso de respeto al medio ambiente y a todas las actividades económicas que confluyen aquí. Entendemos que podemos vivir todos en este territorio.
En fechas pasadas, para que no quede duda, reiteramos nuestra palabra ante notario público y registramos una carta de compromiso.
Nos deben juzgar a partir de la coherencia con nuestra palabra. No vamos a ser inferiores a las lecciones aprendidas de los abuelos.
Consejo de Redacción AdP
Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.