Aliados para el desarrolloLa música sanó a Jerónimo

En el corregimiento de Palocabildo en el municipio de Jericó, la música ha logrado algo que ni la medicina pudo garantizar del todo: devolver la alegría y la esperanza a un niño y a su familia. María Alejandra Restrepo Toro habla con el corazón cuando cuenta la historia de su hijo, Andrés Jerónimo Vargas Restrepo, un pequeño valiente que hace apenas dos años y medio estuvo al borde de la muerte. “Jerónimo estuvo en una...
Consejo de Redacción AdP4 semanas .1265 min

En el corregimiento de Palocabildo en el municipio de Jericó, la música ha logrado algo que ni la medicina pudo garantizar del todo: devolver la alegría y la esperanza a un niño y a su familia.

María Alejandra Restrepo Toro habla con el corazón cuando cuenta la historia de su hijo, Andrés Jerónimo Vargas Restrepo, un pequeño valiente que hace apenas dos años y medio estuvo al borde de la muerte. “Jerónimo estuvo en una Unidad de Cuidados Intensivos. Tuvo cuatro paros cardíacos… fue una situación muy difícil para nosotros”, recuerda su madre, con una voz que aún tiembla entre la gratitud y la emoción.

Las secuelas no tardaron en aparecer. Jerónimo fue diagnosticado con déficit de atención, doble personalidad y otras complicaciones emocionales. Para entonces, la vida parecía haberse llenado de sombras. Sin embargo, una luz inesperada apareció: el programa Coro, Ensamble y Sinfónico, impulsado por Minera de Cobre Quebradona y la Alcaldía de Jericó, y operado por Tejer Artes y Eventos.

“Desde que Jerónimo empezó en el programa, tuvo un cambio maravilloso”, cuenta María Alejandra. Y no exagera: su hijo dejó la medicación, controla sus emociones y ha recuperado la alegría. “Es un niño que escucha, que ríe, que se emociona cuando sabe que tiene clase de música. Para él, la felicidad más grande es llegar y coger un instrumento, llegar y cantar”.

Este programa, que reúne a niños y jóvenes del corregimiento en torno a la música, ha sido mucho más que formación artística. Ha sido refugio, escuela emocional, terapia, comunidad. “Es demasiado interesante para los niños”, dice María Alejandra. “La música los mantiene entretenidos en algo bueno, les enseña un arte, los aleja de lo malo y les da una pasión”.

Hoy, Jerónimo no solo forma parte activa del ensamble: es testimonio vivo de que el arte puede sanar, reconstruir, sembrar futuro.

Andrés Jerónimo Vargas Restrepo, participante programa de música

Historias como la suya muestran cómo el trabajo conjunto entre instituciones públicas y privadas puede transformar vidas. “Este programa ha sido fundamental para la recuperación de mi hijo”, concluye su madre, con el rostro iluminado por la certeza de que, gracias a la música, Jerónimo volvió a sonreír.

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Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

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