Respeto a la memoriaEL BANCO DE JERICÓ, LA HISTORIA QUE NOS HIZO UNA POTENCIA EN EL SUROESTE

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX Jericó atravesaba por su época dorada gracias al gran auge económico, industrial y empresarial; y no era para menos en un pueblo que desde su concepción ya tenía trazado por su fundador, Santiago Santamaría, el rumbo como pueblo culto, noble y emprendedor. Fue tal el florecimiento del municipio que rápidamente se convirtió en emporio del Suroeste antioqueño y llegó a ser cabecera de Prefectura durante...
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A finales del siglo XIX y principios del siglo XX Jericó atravesaba por su época dorada gracias al gran auge económico, industrial y empresarial; y no era para menos en un pueblo que desde su concepción ya tenía trazado por su fundador, Santiago Santamaría, el rumbo como pueblo culto, noble y emprendedor. Fue tal el florecimiento del municipio que rápidamente se convirtió en emporio del Suroeste antioqueño y llegó a ser cabecera de Prefectura durante muchos años, y más tarde capital del Departamento de Jericó.

La Atenas del Suroeste siempre se vio favorecida con la aparición de impecables hombres como el padre Ramón N. Cadavid y don Aureliano Jaramillo, quienes en su tarea de emprendimiento marcarían la pauta de lo que sería el crecimiento y desarrollo del municipio; un municipio que también se hizo presente en el movimiento bancario que unos años atrás se había iniciado en Antioquia, pues justo con el surgimiento de la banca en el departamento a mediados del siglo XIX, con entidades financieras como el Banco de Antioquia, el Banco de Medellín, el Ban­co Popular de Medellín y el Banco de los Mineros de Antioquia, nació también el Banco de Jericó, fundado en 1902, que posicionó a nuestro municipio como pueblo de notable importancia en toda la región.

La tarea de traer al Suroeste antioqueño un banco de crédito la emprendió don Aureliano Jaramillo, quien fuera secundado en esta labor por el Padre Ramón N. Cadavid, y aunque es de lamentar la desaparición de muchos de los libros y actas pertenecientes al Banco de Jericó, hecho que no ha permitido contar a fondo la historia exacta de cómo estos dos titanes del emprendimiento jericoano lograron la consolidación de esta entidad, sí podemos establecer que lo que hicieron se puede catalogar como una gran hazaña de persistencia, pues por esta época los fundadores del banco se debieron enfrentar al escollo que las entidades financieras atravesaban en aquel tiempo, cuando por determinación del Señor José Medina, Ministro del Tesoro, se dictó en 1901 la resolución No. 9, por medio de la cual se suspendió por entonces la creación de nuevos establecimientos bancarios en todo el territorio nacional.

Pero el contratiempo se tuvo que ver superado, pues el 25 de enero de 1902, ante el señor Juan E. Puerta, Notario de Jericó, se suscribió la escritura número 57, por la cual se fundaba el Banco de Jericó, con José Antonio Valenzuela y Maximiliano Gómez como testigos, establecido con 1.500 acciones para un capital de $1´500.000, equivalentes a 15 mil pesos oro inglés amonedado.

Con la muerte del padre Ramón N. Cadavid, ocurrida en Jericó el 19 de marzo de 1916, el Banco recibía un duro golpe, con su partida despedían a uno de sus fundadores y su más entusiasta defensor. Por esa época el Padre Cadavid era dueño de 421 acciones, que dispuso pasaran al Orfelinato San José de Jericó. Para 1930 el Banco de Jericó dejaría de figurar en los archivos de la Superintendencia Bancaria, lo que supone que fue en este año que entró en liquidación.

Durante sus 28 años de funcionamiento el Banco ocupó dos locales. El primero en los bajos de la casa del señor José J. Vallejo, donde más tarde funcionaría la Gobernación del Departamento de Jericó, casa si­tuada en el parque principal y que aún se mantiene en pie. El segundo, en los bajos de la casa del señor Juan B. Muñoz, también ubicada en el parque principal, y que fuera destruida por un incendio; en este lugar se encuentra actualmente el Edificio Providencia.

Fuentes de investigación:

Artículo sobre el banco de Jericó, escrito por Heriberto Zapata Cuéncar. En: Revista Jericó, edición 2, año 1974, págs. 134-141. Centro de Historia, Jericó.

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Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

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