Según los libros de historia de Jericó, los primeros cultivos de café en este municipio se deben al Padre Ramón N. Cadavid. Y no sería de extrañarse, pues al padre del progreso de Jericó, como se le conoce, se deben grandes emprendimientos, entre los que destacan la llegada de la luz eléctrica y el banco local. Lo que sí es seguro, es que la economía de nuestro pueblo ha estado marcada, casi desde sus inicios, por la caficultura, cultivo esencial para el sostenimiento de muchas familias campesinas que se han dedicado a este oficio de generación en generación.
En esta larga historia, los caficultores del municipio han pasado por buenas y malas épocas, así como por la siembra de distintas variedades de café, entre las que se cuentan el café pajarito, que se destacaba por dar enormes árboles a los que, según cuentan los abuelos, había que trepar para recolectar el grano. Pero con el paso del tiempo comenzaron a llegar a los cafetales de la región variedades de porte medio y bajo, como el Caturro y Colombia, que, además de dar una mejor producción, facilitaban la recolección.
Pero la variedad Caturro resultó no ser tan resistente a la roya, un hongo microscópico que a inicio de los años 80 se convirtió en la peor pesadilla de los caficultores de todo nuestro país, ya que dio paso a una de las más grandes crisis cafeteras de nuestra nación y obligó a renovar gran parte de su parque cafetero. Esto dio paso a la siembra de variedades más resistentes, que resultaron como producto de las investigaciones realizadas en los laboratorios del Centro Nacional de Investigaciones del Café (CENICAFÉ).
Obviamente, nuestro municipio no fue ajeno a esta gran crisis a la que muchos caficultores sucumbieron. Algunos derribaron todos sus cultivos para dedicarse a la siembra de otros productos o a la ganadería; pero otros, por el contrario, se hicieron más fuertes en la tarea de continuar cultivando aquello que por años les había dado el sustento a ellos y a sus familias.
En la actualidad, las prácticas cafeteras de nuestro municipio han mejorado gracias a que los caficultores han aprendido a sacar mayor provecho de cada hectárea de sus fincas y han aumentado la productividad de pequeñas áreas, lo que para los caficultores antiguos no era igual, ya que dispensaban de mayor espacio para obtener buena rentabilidad.
Según datos del Comité Departamental de Cafeteros de Antioquia, consignados en su página web www.fncantioquia.org, el 95,46% de la caficultura de Jericó se encuentra tecnificada y renovada, y la variedad más cultivada es Castillo, con un 68.51%, de los cuales el 93,57% está conformado por cultivos sembrados por encima de los 1800 m s. n. m. Esto da como resultado una calidad de café que, gracias a las marcas propias que muchos campesinos han venido creando, está logrando reconocimiento a nivel mundial. Lo más llamativo de estas cifras está en la distribución de la caficultura jericoana, pues el 94,94% del café producido proviene de pequeños caficultores, lo que indica que este producto representa un ingreso económico importante para muchas familias cafeteras de Jericó, y que, según la tendencia, continuará así durante muchas décadas más.
Consejo de Redacción AdP
Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.
