¿Es posible un mundo en el que todos pensemos igual a todos?
Circuló por estos días en las redes un meme que hacía una dura crítica a los modelos de educación existentes y a los métodos de evaluación. Mostraba una especie de “jurado” sentado en una mesa y frente a él unos seis animales que iban a presentar un examen.
Estaban el elefante, el león, el caballo, el mico, el perro y la jirafa; detrás de ellos un árbol inmenso. Entonces, uno de los jurados les dice que el examen va a medir su capacidad, inteligencia, voluntad, coraje y agilidad para escalar el árbol.
Desde luego no todos pueden presentar y aprobar la prueba, pero nadie podría decir que se debe a la ausencia de inteligencia, voluntad o coraje. No, el error está en la prueba, pues no se les puede evaluar a todos de la misma manera, y la razón es simple: son diferentes.
Una de las dificultades más grandes que tenemos los seres humanos es la de entender la diferencia.
¿Se imagina usted un ave que pretenda que todos los animales que no vuelan son estúpidos, ignorantes o están equivocados? ¿Se imagina a un felino que asuma que las especies animales que no pueden ver en la oscuridad son taradas? ¿Un perro que se ría de aquellas especies que no saben ladrar?
La pretensión de que todos actuemos de la misma manera, pensemos lo mismo, digamos lo mismo es, por lo menos, irracional.
Una cosa es no estar de acuerdo y otra cosa es asumir que quien no comparte tu pensamiento es tu enemigo.
Encontramos una frase de B Pastoll que ilustra de manera clara lo que significa la intemperancia: “¿De qué sirve discutir si no se puede dialogar?”
Esa actitud del fanático religioso, del fanático deportivo, del fanático político, termina siendo un atentado a la inteligencia y a la naturaleza humana.
No puede ser cierto que solo mi fe, esa que yo creo que es la verdadera, me autoriza a juzgar, rechazar o agredir a quien tiene una fe diferente. No puede ser inteligente asumir que solo el equipo de mis amores es el que tiene derecho a ganar, y que cualquier cosa que haga el equipo contrario es tramposo, injusto, perverso. No puede ser sano asumir que solo el partido en el que yo creo es el que tiene a los mejores candidatos, y que los de los otros partidos son todos delincuentes, corruptos, inmorales.
La civilización empieza con el reconocimiento de la diferencia. Este es un mundo diverso en el que conviven gentes de todos los colores, ideas, costumbres, culturas, pensamientos.
Las historias de barbarie que han vivido las civilizaciones, las historias de las guerras, las más grandes atrocidades siempre se han originado en la creencia dañina de que hay una sola verdad, una sola raza pura, una sola idea de sociedad, una sola cultura.
Como no puede concebirse un mundo sin la presencia de metales, como las actividades mineras son una práctica milenaria que no puede desaparecer, salvo que la humanidad decidiera regresar al paleolítico, ¿por qué, entonces, no hablar de minería y de la mejor manera de abordarla? hablar de la minería reconociendo que existen diferentes maneras de asumirla, que no es lo mismo la minería criminal que la minería legal. De verdad que negarse al diálogo no es sano ni es civilizado.
Consejo de Redacción AdP
Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.