En 1985, nacía en la cabeza de don Abraham Porras, un ilustre jericoano silencioso pero trabajador, la idea de crear un lugar donde el campesino pudiera resguardarse de la lluvia y encontrara alojamiento en sus pasos cuando llegara al pueblo a hacer alguna vuelta o cuando simplemente lo cogiera la noche, como decían los abuelos, para retornar a su finca. Aunque no contaba con los recursos para hacer su sueño realidad, don Abraham sí tenía la capacidad de gestión, lo que lo lanzó a completar la tarea de conseguir el dinero para darle a los campesinos jericoanos ese lugar acogedor y cálido donde pudieran llegar durante sus visitas a la cabecera municipal.
Y el sueño se hizo realidad gracias a la colaboración de amigos y gobernantes de la época, que aportaron un granito de arena en la edificación de la que hasta hoy conocemos como la Casa Campesina de Jericó. Pero el deseo de don Abraham Porras de que este fuera el lugar de alojamiento de campesinos en Jericó no fue posible, pues luego de su inauguración, quienes la administraban se dieron cuenta de que esta labor demandaría demasiados recursos en la contratación de una persona que estuviera allí las veinticuatro horas realizando el mantenimiento, y de otra persona que estuviera encargada de la vigilancia del lugar. Además de esto, el mismo don Abraham nos contaba, en la que fue tal vez la última entrevista que se le realizó en vida, que con la idea de alojar campesinos había tenido una amarga experiencia, cuando una noche cuatro hombres, que se encontraban en estado de embriaguez y que eran supuestamente del campo, realizaron una serie de daños y disturbios, que desvirtuaron totalmente la intención con la que se había concebido este espacio.
Entonces la decisión de don Abraham y su grupo más cercano fue la de disponer la Casa Campesina como el lugar de reunión de las Juntas de Acción Comunal de Jericó, y fue así como los líderes veredales y urbanos encontraron un espacio totalmente dispuesto y dotado para realizar sus encuentros, reuniones y capacitaciones. También, dentro de sus servicios se cuenta haber sido la sede temporal de la alcaldía municipal a finales de los años 80.
Esta casa, construida con la decisión y el esfuerzo de don Abraham Porras, ha ido sufriendo distintos cambios con el paso del tiempo. Uno de estos, el más reciente, fue la construcción de un nuevo auditorio en el tercer piso del establecimiento, para lo que contó con el apoyo de Minera de Cobre Quebradona gracias la gestión efectuada por líderes jericoanos. Este auditorio, entonces, se suma al que ya se había logrado hacer, y cabe resaltar que ambos prestan un servicio activo a la comunidad, pues es allí el lugar de encuentro de Juntas de Acción Comunal, líderes del municipio y grupos cívicos de la localidad.
En la actualidad, la Casa Campesina está recibiendo nuevos retoques, se modificaron sus balcones y se amplió el salón principal, construido en los tiempos de Abraham Porras. Estas nuevas reformas se agregan a las logradas por el trabajo conjunto entre las Juntas de Acción Comunal del municipio y Minera de Cobre Quebradona en 2016, año en el que se construyó un segundo salón de reuniones en el tercer piso, donde anteriormente había una terraza subutilizada, que hoy se ha transformado en un espacio donde la población jericoana puede asistir para realizar charlas y capacitaciones.
Con esta pequeña reseña queremos hacerle un sentido y merecido homenaje a don Abraham Porras, un jericoano que con tesón y entrega visionó un espacio de utilidad para todos sus coterráneos, en especial para los campesinos.
Consejo de Redacción AdP
Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.
