Respeto a la memoriaLa majestuosidad del MAJA

Este extraordinario museo, sin lugar a duda, es una de las fuentes de mayor orgullo tanto para los habitantes de Jericó como para Antioquia y el país en general; merece ser calificado como majestuoso. Según la Real Academia de la Lengua Española, esta palabra se refiere a algo que es esplendoroso y de gran grandeza. El MAJA, indudablemente, la posee en abundancia.

Andy Warhol (1928-1987), la prueba reina

De este artista estadounidense nacido en Pittsburgh y reconocido mundialmente, se ha dicho que es uno de los más influyentes del siglo XX, el gran gurú de la modernidad. La colección permanente de su obra, que se exhibe en el museo que lleva su nombre, es la más grande de los Estados Unidos dedicada a un solo artista.

Ha de saber usted que el MAJA fue inaugurado en diciembre de 2009 con una exposición de este artista. Un hecho trascendental para el arte que no solo fue registrado por todos los medios nacionales, sino que incluso fue mencionado en el New York Times. Roberto Ojalvo, su director, relata que fue una iniciativa del reconocido galerista, también jericoano, Alonso Garcés, quien además de su sede en Bogotá tiene también una en París. Garcés le dijo que podía traer desde esas dos ciudades una muestra representativa del trabajo de Warhol. Luego de escuchar semejante propuesta y medir la dimensión de la responsabilidad, la exposición se hizo. El eco de la trascendencia de este evento llegó a los oídos del Museo del artista en Pittsburgh. Para sorpresa de todos, se comunicaron con el MAJA para ofrecer el envío de un curador a Jericó para que dictara conferencias, instruyera sobre la obra y realizara talleres. ¡No podían creerlo! Pero el curador llegó.

Hay cierta épica en el relato final, que describe el encuentro de un jericoano de a pie con el pop art. El reportaje de El Tiempo tenía la fotografía de un campesino en frente de uno de sus cuadros. Un patricio de carriel, dice Roberto Ojalvo. La periodista le pregunta si conoce al personaje que está pintado ahí (Mao Zedong), el campesino le responde: “Claro, es ese hombre tan malo que mató toda esa gente”. Junto al cuadro de Mao hay uno emblemático de su obra: Marilyn. La periodista indaga si la conoce. El campesino piensa y piensa… “A ver, a ver… Yo conozco a esa muchacha, pero no sé…”. Ella le cuenta que es Marilyn Monroe y entonces el hombre reacciona: “¿Cómo?, ¿esa mujer tan hermosa? Ah no, señorita, ahí sí se le fueron las luces a ese señor, mire cómo la pintó de fea”.

El maestro Luis Caballero (1943-1995), otro grande

Se trata de un pintor expresionista de gran trascendencia, que “se caracterizó por expresar el cuerpo humano, mediante la pintura de desnudos especialmente masculinos, de fuerte contenido erótico”. Su obra es impactante y de gran formato. Utilizó el óleo, el carboncillo y otros materiales, y sus cuadros reflejan angustia y soledad. La decisión de exponer su obra en el pueblo podía ser mal interpretada, pero fue un acto de audacia y coraje. La exposición fue muy bien recibida.

Sentí una gran tranquilidad, dice Roberto Ojalvo, cuando al recorrer una de las salas el primer día, vi a dos señoritas muy principales de Jericó concentradas en uno de los cuadros. Las saludó y ellas lo saludaron, mientras le expresaban: “Ay, doctor, qué bueno que está por aquí. Es que llevamos como diez minutos mirando y queríamos preguntarle, ¿esta pierna del señor como para dónde coge…?”.

Los desnudos del fotógrafo Luis Morales

Este reconocido artista acababa de ganar un reconocimiento de la embajada Suiza en Colombia, por un trabajo dedicado al tema del desnudo y la prostitución. Eran obras de tamaños descomunales, de 2 o 3 metros de alto por 2 de ancho. Francamente grandes. “Me van a excomulgar”, pensó el director Ojalvo. Pero finalmente se tranquilizó con la manera didáctica y desenfadada con la que abordó la descripción de una de las fotografías centrales uno de los “guías”. Llegó una familia acompañada de un niño de unos siete años, relata Ojalvo. A la entrada estaba la fotografía más grande, que operaba como una especie de tríptico.

En la primera imagen se veían tres señoras vestidas; en la segunda imagen, las mismas tres señoras estaban en ropa interior; y en la tercera imagen, ya estaban desnudas frente al lente. El “guía”, de siete años, con toda naturalidad, se dirigió a su familia y les dijo: “Bueno, aquí vemos a tres señoras que están en la calle. En esta otra las señoras ya se van a cambiar. En la tercera, se van a bañar”. La familia entendió y siguieron viendo la exposición, como si nada.

Un museo que cambia vidas

Hoy, el Museo de Antropología y Artes de Jericó, 15 años después de su creación, es una institución que forma parte del alma de sus habitantes. Sus tres sedes, la central, la de música (Ateneo Álvaro Arango Gaviria) y la Casa José Tomás Uribe Abad, ofrecen una amplia gama de actividades culturales, como exposiciones, conciertos, cines foro, cine arte, talleres y eventos especiales. Este flujo constante de cultura, conocimientos y experiencias cambia la vida de las personas.

Vea este magnífico ejemplo narrado por Roberto Ojalvo: los jóvenes de bachillerato realizan un voluntariado ligado a sus horas de servicio social, que si bien se cubre en seis meses, el compromiso es que permanezcan un año. Andrés Grajales fue uno de ellos. Hoy vive y trabaja en París, donde acaba de terminar su maestría. Este dato es revelador, pues en 2023 se celebraron los 140 años de las Alianzas Francesas en el mundo y Andrés fue el coordinador del capítulo de Suramérica en ese evento. La última vez que vino fue hace dos años. Y cuando me visitó, me hizo una pregunta inesperada: “Doctor, ¿usted por qué pronuncia tan mal el francés?”. Le respondí riéndome: “Vea, mijo, mi francés es el de las colonias del África occidental francesa, y el suyo es el de París… ¡Hágame el favor!”. ¿Cuál es su sueño?, le preguntamos. Y respondió: “Realizar la exposición Botero sobre el Viacrucis”. El día de esta entrevista, el maestro aún estaba vivo.