Tal vez, una de las cosas que más impacta la convivencia entre las personas tiene que ver con la incapacidad que tenemos, muchas veces, para entender que una cosa es lo que yo pienso y otra cosa lo que piensan los demás.
La verdad es que no todo el mundo tiene que pensar lo que yo pienso. La gracia de la vida se entiende a partir de los pensamientos diferentes. Pensar diferente no significa que no podamos convivir.
A aquellos que no admiten que alguien piense diferente a ellos se les llama fanáticos. Son personas que admiten una sola verdad, la de ellos.
La verdadera civilización es aquella que está concebida para que podamos convivir juntos en la diferencia. Entre otras cosas, el reconocimiento de la diferencia es el significado último de la palabra respeto.
¿Se imagina usted un mundo en el que solo puedan convivir católicos con católicos porque ninguna otra creencia es aceptada? ¿Que los islamistas, los cristianos, los budistas, los ortodoxos, los ateos, los epicúreos y los eclécticos sean condenados, rechazados y abucheados porque piensan diferente?
¿Que dos personas ni siquiera se puedan saludar porque los equipos de fútbol de sus preferencias son diferentes? ¿Que si una persona es vegetariana y la otra carnívora no se puedan ni saludar?
Tienen toda la razón los abuelos que desde tiempos remotos enseñaron al Espíritu Jericoano una frase que, en dialecto paisa, resume el respeto que predicamos: hablando se entiende la gente.
Consejo de Redacción AdP
Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.
