Respeto a la memoriaLa historia de Jericó es también la historia del café

Muchas de las novedades que formaron la identidad y el Espíritu Jericoano se atribuyen al padre Ramón Nicolás Cadavid, y el café no fue la excepción. Reza en los archivos del Centro de Historia de Jericó que era tal el empeño del sacerdote para que Jericó se convirtiera en un centro cafetero que aprovechaba, incluso, el momento de la confesión para hablarles a los feligreses de la “semilla redentora” y de los beneficios de cultivarla....

Muchas de las novedades que formaron la identidad y el Espíritu Jericoano se atribuyen al padre Ramón Nicolás Cadavid, y el café no fue la excepción. Reza en los archivos del Centro de Historia de Jericó que era tal el empeño del sacerdote para que Jericó se convirtiera en un centro cafetero que aprovechaba, incluso, el momento de la confesión para hablarles a los feligreses de la “semilla redentora” y de los beneficios de cultivarla. Fue también el padre quien estableció la primera trilladora de café, que estuvo ubicada en la vereda La Estrella, del municipio de Jericó, y fue la primera en el suroeste.

En los tiempos más recientes del suroeste antioqueño, por la colonización minera en la zona se preferían la ganadería y los cultivos de pancoger, como el maíz, el frijol, la caña y el plátano. Luego, con la fiebre del añil y el tabaco, empresarios como Julián Vásquez, Santiago Santamaría, Juan Pablo Arango Barrientos y Eleuterio Echeverri, dispusieron de grandes capitales y fuerza de trabajo para afianzar estas siembras en el suroeste antioqueño. Sin embargo, los impuestos gubernamentales y la competencia con otras zonas del país hicieron que la inversión no pudiera recuperarse y que debieran buscarse nuevas alternativas.

Así, hacia 1880 el café era un cultivo marginal en la zona, pues se sembraba en pequeñas parcelas y no ocupaba un papel relevante en la economía. Sin embargo, gracias a visionarios como el padre Ramón N. Cadavid, o en el caso de Fredonia de Pastor y Mariano Ospina Rodríguez, quienes trajeron semillas de Guatemala, que dieron lugar a cultivos de la más alta calidad, estas zonas del país fueron ganando un perfil cafetero que aún hoy se conserva.

Varios hechos fundamentales propiciaron el desarrollo cafetero en el suroeste: la fertilidad tan exuberante del territorio, como lo relataban sus primeros colonizadores; el clima de la zona, admirado por su “benignidad”; la capacidad de transformación de los pobladores y, por supuesto, la llegada del ferrocarril, que facilitó el transporte de las cargas hasta los puestos de embarque, una labor que antes se hacía a lomo de mula, en largas y penosas jornadas que exigían de mucho tiempo y trabajo de los arrieros.

Fue también este producto el que ayudó a la recuperación económica del país, que se encontraba devastado después de vivir la Guerra de los Mil Días y la pérdida de Panamá, por eso su presencia en el mercado se fue consolidando cada vez más. En los años 20 el país ya aportaba el 10% de la producción de café en el mundo, y el suroeste antioqueño se reconocía como uno de los principales productores en el ámbito departamental y nacional.

A todo esto habría que añadir la importancia de la familia en la región, que por su unión pudo adaptarse y coordinar bien las variadas labores de siembra, transporte, deshierbe, poda, cosecha, despulpada, lavada y secada que requiere el grano. Además, según lo refieren algunos investigadores del tema, “el café resultó ser, en Antioquia, a diferencia de otras partes de Colombia, y como había ocurrido con la minería en siglos anteriores, una industria esencialmente popular y equitativa, distribuidora de la riqueza que creaba”.

Se necesitarían muchísimas más páginas para resaltar la historia del café en la región, pero estos pocos renglones dan cuenta de lo fundamental que ha sido este producto en el desarrollo y crecimiento no solo del municipio, sino también de todo el país. Tal vez, no hay una mejor manera de agradecerlo que continuar comprando local y seguir prefiriendo una buena taza de café del suroeste.

 

Recolector de Café en vereda Palosanto, Jericó

Consejo de Redacción AdP

Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

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