Es normal que, cada vez que nos enfrentamos al año que llega, construyamos en nuestra imaginación una visión de futuro gozosa, con prosperidad y felicidad. De hecho, esas son las palabras que se suelen utilizar en las tarjetas navideñas que nos invitan a hacer nuestros deseos para el año nuevo.
Es una tendencia cultural que nos lleva a sobrevalorar lo que somos capaces de lograr en un año. Las listas de promesas abundan: este año sí aprenderé a hablar inglés, este año sí haré la dieta que me recomendaron, este año sí haré ejercicio, este año sí viajaré, este año sí, sí, sí…
Y entonces, 12 meses después, la misma lista vuelve y juega, porque no cumplimos todas las tareas trazadas. Los expertos afirman que, mientras sobrevaloramos en efecto lo que podemos hacer en un año, somos dados a minusvalorar lo que podemos conquistar en períodos más largos, cinco años, por ejemplo. Y la diferencia es gigantesca.
Roman Krznaric, profesor de la Universidad de Cambridge, hace el diagnóstico de uno de los males de la modernidad: “el cortoplacismo frenético”. Queremos que todo suceda ya, tener resultados ya, ganar mucho dinero ya. Pero la vida real es diferente, dice. Escribió un libro que se llama El pensamiento catedral, para referir la actitud de los grandes arquitectos medievales que diseñaban y empezaban a construir gigantescas catedrales con la certeza de que no sería a ellos a quienes les correspondería terminarlas, pues la vida no les iba a durar los años que se requerían para esa construcción.
Invoca Krznaric a tener la certeza de que siempre hay un mañana, y que los logros se toman su tiempo.
Tal vez, como pocos sectores económicos y empresariales, el sector minero legal sabe lo que significa la paciencia en su desarrollo. Los tiempos que se toman los estudios para saber si hay minerales, los tiempos para hacer los estudios que viabilicen su explotación, los tiempos para la construcción de relaciones de confianza con las comunidades, los tiempos de todos los procesos.
Es por todo esto que miramos con optimismo el mañana e invitamos fervorosamente a todos los jericoanos a mirarlo con ilusión, como debe ser.
Consejo de Redacción AdP
Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.
