Son muchas las lecciones que hemos aprendido de eso que se llama el “espíritu jericoano”. Las hemos referido muchas veces en esta publicación: La innovación, su manera de reflexionar sobre el futuro, su decencia, su vocación conciliadora, en fin.
Hoy entendemos en toda su dimensión lo que significa la virtud de la paciencia. Esa actitud de los mayores, que en los libros de historia se lee como la característica de una personalidad prudente.
Hoy, cuando la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales ha decidido archivar nuestra solicitud, un mecanismo previsto en la ley que no niega la licencia, sino que convoca a reiniciar el proceso, asumimos la lección de la paciencia como el eje de nuestro actuar.
Se trata de esperar con calma, de otorgarnos el tiempo necesario para que no exista en las autoridades nacionales la más mínima duda sobre el trabajo que vamos a emprender, sobre los beneficios que brinda al país y al territorio, sobre la apuesta de progreso y desarrollo para Jericó y para la región.
Agradecemos las expresiones de solidaridad de amplios sectores de la sociedad, y también a ellos les pedimos paciencia. Sabemos de sus expectativas. Los sueños de ellos, son nuestros sueños. Su visión del mañana es la misma que nos acompaña.
No podemos menos que recordar la muy sabia reflexión de Santo Tomás, cuando dice: “La paciencia es una virtud que se relaciona con la virtud de la fortaleza, e impide al hombre distanciarse de la recta razón…”.
Consejo de Redacción AdP
Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.
