Henry Villada Álvarez
Técnico de Geología de Minera de Cobre Quebradona
Toda una vida, a través de todos los tiempos, la humanidad ha sido influenciada para tener miedo: miedo al juicio final, miedo al apocalipsis, miedo a poder ser rico, miedo a pensar diferente, miedo al fracaso, a la muerte, miedo al diablo o a una ira de Dios, miedo al coco y a las brujas porque “de que las hay, las hay”. Nos programan para eso, para limitar los sueños y devastar deseos, y hoy siguen trabajando en eso. Las mentes dominantes, los manipuladores de vidas y de pensamientos, los influenciadores de temores, los mismos que nos ponen monstruos en la cabeza, que han vivido en nosotros desde el pasado hasta hoy, nos ponen limitantes. Se aseguran de que el rico sea más rico y de que el pobre sea más pobre, de que los débiles se dobleguen con la mirada del sol. Procuran que las oportunidades de progreso sean para la minoría, cuando la necesidad prima en la mayoría, y al hombre de ideas nuevas lo enfrascan en el tiempo, sin duda ni razón.
Aún somos vulnerables como humanidad. Seguimos ideologías, corrientes, gente equivocada, manipuladores y opresores; pero ahí no paran los miedos. Le tememos al desarrollo, al progreso y al mismo futuro; persiste la idea de seguir siendo un país subdesarrollado, azotado y desangrado por oportunistas y corruptos. No podemos temer al ver el horizonte si estamos convencidos de que el cambio empieza por nosotros mismos, si confiamos en que hay algo más allá de lo que hasta ahora en oscuros velos hemos podido ver, en que hay un mundo de oportunidades de aquí hasta el infinito y en que lo bueno está por llegar.
Hoy, estamos próximos al cambio, a la evolución, a la transformación permanente del ser humano. Estamos a un paso de abrir la puerta a las nuevas oportunidades, en un portal a una nueva propuesta de coexistencia, de aceptación, de interacción de ideas en pro de un futuro mejor para nosotros y para las generaciones venideras. No hubiéramos llegado a ser lo que hoy somos si alguien en el pasado no hubiera intentado hacer algo con la decisión de cambiar el mundo, si no hubiese creído, si no se hubiera soñado y arriesgado, si no se hubiera atrevido, si el miedo no se hubiese vencido. Cada cambio requiere de una decisión, solo hay que intentarlo, porque del resto se encargan las manos, nuestra voluntad, los deseos de progreso y las ganas de forjar un mundo mejor. No hay necesidad de vivir en la carencia cuando bajo nuestros pies renacen motivos que harán un futuro florecer.
Como bien decía Sócrates, “el secreto del cambio es enfocar toda la energía, no en la lucha contra lo viejo, sino en la construcción de lo nuevo”.
Consejo de Redacción AdP
Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.