OpiniónJericó, rico en amistades

Por Laura Mejía Cardona

Habitante de Quebradona Arriba. @lauramejiacardo 

Tan solo tengo 18 años. He vivido toda mi vida en la vereda Quebradona Arriba y recientemente me mudé al casco urbano de Jericó. Vengo de una familia de caficultores. Desde muy pequeña he escuchado sobre la existencia del Proyecto Quebradona y de las discusiones que se generan porque hay personas que no quieren que haya actividad minera en el territorio.

Respeto sus creencias, pero puedo dar fe de lo que conozco y he vivido. He sido testigo de los esfuerzos del proyecto para apoyar y fomentar el crecimiento de la caficultura en la región. Mi padre y sus compañeros de la Junta de Acción Comunal han participado en capacitaciones, que incluyen cursos sobre principios de contabilidad y aprendizaje administrativo, como también sobre calidad y ayuda en la búsqueda de nuevos mercados. Nunca he escuchado que la actividad minera los haya afectado. 

También conozco a compañeros cuyos padres tienen o trabajan en empresas que son proveedoras de la minera. La presencia del Proyecto Quebradona ha dinamizado sus negocios, lo que les ha permitido contratar nuevas personas, así como pagarles de manera justa y a tiempo.

He estado interesada en informarme sobre el tema medioambiental y he descubierto la gran labor que realiza el proyecto Quebradona para recuperar el bosque seco tropical, como también su trabajo en la siembra masiva de árboles y sus investigaciones rigurosas sobre el tema del agua. Por ejemplo, como estudiante, el año pasado participé en la Feria de la Ciencia Municipal. Junto con otros compañeros hicimos un proyecto sobre el aguacate, el cual nos permitió entender la relación que existe entre la agricultura y el agua. Me sorprende que no haya comparaciones más serias sobre la relación entre la minería, la agricultura y el agua.

Mi recomendación para todos y para todas es que escuchen bien e indaguen antes de emitir juicios o tomar posiciones. Cuando estaba en el colegio, mi sueño era estudiar psicología y aún mantengo ese deseo, pero entiendo que necesito tiempo y recursos para poder hacerlo. Sin embargo, después de llegar al casco urbano de Jericó, he comprendido que la idea no es irme. Tengo fe en el futuro de este municipio y en el hecho de que aquí cabemos todos. Se que nosotros los jóvenes tendremos más oportunidades y que podremos cumplir nuestros sueños, porque si algo he podido comprender es que la unidad de sus habitantes terminará por consolidarse, ya que la otra riqueza de Jericó es su capacidad de brindar y de construir amistades.