Aliados para el desarrolloLa Yolombala, la fuente mágica

Por: Luis Henry Rodriguez Desprendiéndose de una alta ladera nace una cristalina fuente de agua bautizada por los lugareños como “La Yolombala”. Ella, en su inmensidad, recorre airosa unas bellas praderas, pequeños bosquecillos, hasta que se deja llevar por una amiga mayor llamada “Quebradona”. Sus aguas se divierten recorriendo aquel cauce, donde se tropieza con maderos muertos que han caído por inercia, rodando por las laderas, o que son tirados allí por manos no tan...

Por: Luis Henry Rodriguez

Desprendiéndose de una alta ladera nace una cristalina fuente de agua bautizada por los lugareños como “La Yolombala”. Ella, en su inmensidad, recorre airosa unas bellas praderas, pequeños bosquecillos, hasta que se deja llevar por una amiga mayor llamada “Quebradona”. Sus aguas se divierten recorriendo aquel cauce, donde se tropieza con maderos muertos que han caído por inercia, rodando por las laderas, o que son tirados allí por manos no tan amigas del cuidado del medio ambiente, a quienes no les importa contaminar las aguas cristalinas de aquel bello manantial. A pesar de ello, las aguas tratan de esquivar aquellos obstáculos y corren presurosas, viendo cómo se divierten en ellas pequeños peces, ranas y otros minúsculos seres acuáticos. Estos sienten cómo la vida se les prolonga contando con aquella casa a la que no quisieran abandonar, y esperan que los humanos no las contaminen, ya que les quitarían el oxígeno y todos ellos morirían por inanición. En aquella mágica fontana, subiendo aguas arriba, llega un personaje exótico que tuvo que emigrar porque los artesanos extinguieron a sus hermanos, ya que sus pieles eran bastante utilizadas para hacer los carrieles. Se trata de una bella nutria que, con dos compañeras más, se ha atrevido a volver al hábitat antes ocupado por sus ancestros. Con gran alegría y algo de temor, disfrutan de aquel líquido diáfano que corre por aquel cauce, mojando su peluda piel. Entre ellas se miran y emiten sus característicos sonidos, como son el silbido, bufidos y estornudos. De esta forma, se divierten luchando contra la corriente para seguir explorando aquellas aguas claras que, por momentos, son difíciles de soportar porque el cauce se estrecha y el agua baja con más fuerza, pero eso no
les impide seguir surcando aquella ruta que por tanto tiempo transitaron sus antepasados. Así continúan, quebrada arriba, hasta que se ven sorprendidas por la presencia de un niño que, con su traje raído y humilde rostro, se encuentra con su vara de pescar, pretendiendo atrapar algún desprevenido pez que habita aquella fuente. Para evitar que el chico las vea, con mucha astucia y silenciosos movimientos, se sumergen en el agua y nadan por el fondo, sobrepasando aquel obstáculo humano, y siguen su aventura. Mientras tanto, el niño, ignorando lo que allí sucedía, se divierte cantando pausadamente alguna melodía poco audible, esperando pacientemente que el nylon se tiemple, porque sabe que la carnada ha dado resultado y va poder pescar alguna sabaleta que habita aquellas cristalinas aguas. Él quiere seguir viendo limpias y llenas de vida las aguas, por algo él y otros compañeros de colegio se toman el trabajo de visitar las casas que están cerca de aquella quebrada, para pedirles a sus habitantes que eviten echar residuos que dañen y contaminen sus fantásticas aguas. Estas campañas les han permitido ser vistos como unos niños con gran amor por el cuidado del medio ambiente, un reconocimiento que han recibido en el colegio, la Acción Comunal y, por supuesto, por parte de sus padres. Lo que no sabían aquellas nutrias era que aquel niño que vieron a la orilla del cauce es un amante del cuidado de la naturaleza y de todos los seres vivos que la habitan. Así que, por ningún motivo, les hubiera hecho daño a ellas, sino que, por el contrario, habría tratado de observarlas con detenimiento y mucho placer, porque en el colegio le habían hablado de ellas y su importancia para los diseñadores de carrieles. Estos las asesinaban para extraerles la piel y hacer aquellos bolsos que tanto utilizan los campesinos, hasta que una entidad se encargó de prohibir su caza. Esa información le habría permitido maravillarse con aquella visita inesperada, y podría haber tocado y sentido la suavidad de sus pelajes, pero esa situación no la sabían aquellas visitantes. Por ello, se escabulleron de allí ante el temor que aquel niño informara a sus mayores y las atraparan para matarlas, si eran personas depredadoras del medio ambiente. Luego del recorrido hasta el nacimiento de aquella hermosa fuente de agua, las nutrias se han dado cuenta de que los humanos que habitan aquellos lugares tienen un sentido de responsabilidad para el cuidado de la fauna y la flora de aquellos contornos, pues vieron variedad de aves, reptiles, mamíferos, insectos, batracios, peces, mariposas y árboles que demuestran la enriquecida vida de esos espacios. Con gran alegría, ellas bajan porque quieren ir a compartir con sus familias de nutrias la información sobre donde vivieron sus ancestros, a contarles que los
humanos residentes

Consejo de Redacción AdP

Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

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