Respeto a la memoria170 AÑOS DE HISTORIA ENGALANADOS POR LA LABOR DE MUJERES Y HOMBRES GRANDES

Jericó ha sido uno de esos pueblos cuya historia se ha visto enaltecida por el nivel cultural de sus habitantes, motivo que le ha dado el apelativo de la Atenas del Suroeste. El arte y la cultura son algo que se respira en cada esquina del municipio, que desde su fundación, por parte de Santiago Santamaría, le apostó a crear un lugar ideal para este tipo de vida, donde se respirara paz y las familias...

Jericó ha sido uno de esos pueblos cuya historia se ha visto enaltecida por el nivel cultural de sus habitantes, motivo que le ha dado el apelativo de la Atenas del Suroeste. El arte y la cultura son algo que se respira en cada esquina del municipio, que desde su fundación, por parte de Santiago Santamaría, le apostó a crear un lugar ideal para este tipo de vida, donde se respirara paz y las familias se concentraran en trabajar la tierra con empuje y tesón.

Fue así como en 1850, Santiago Santamaría y los hombres y mujeres que lo acompañaban en la campaña de fundación de Jericó divisaron, mientras estaban bajo un roble ubicado en lo que hoy conocemos como Palocabildo, las tierras donde se ubicaría el municipio, que por estas fechas cumple los 170 años de ser fundado. Por eso, en esta edición de Aldea de Piedras queremos hacer un breve recorrido por su historia y resaltar la vida y obra de algunos de sus habitantes más ilustres.

Santa Laura Montoya Upegui

Nacida en Jericó el 26 de mayo de 1874 en un hogar conformado por Juan de la Cruz Montoya y Dolores Upegui.

Laura Montoya, movida por el espíritu de Dios, decide catequizar personalmente a los indígenas y concibe una comunidad religiosa diferente, pues dispone realizar una misión liderada por mujeres y llevada a cabo en lugares selváticos e incomunicados. Por tal motivo, crea una congregación que se pone al nivel del indígena, el negro y el marginado. Vive, comparte y trata de pensar como ellos, se deja guiar por el amor, no impone por la fuerza, sino que convence con el testimonio, con la vida misma de pobreza, humildad, sencillez, bondad y amor eficaz.

En 1907 fue nombrada oficialmente como maestra en la pequeña población de Marinilla, y estando en esa población, una tarde, después de terminar sus clases, fue a visitar el Santísimo y allí tuvo su encuentro místico con la Paternidad de Dios, cumbre de su experiencia trinitaria.

Padre Ramón N. Cadavid

Ramón Nicolás Cadavid González nació en el municipio de Concordia Antioquia el 4 de diciembre de 1852. Con solo dieciséis años ingresó al Seminario Menor de Antioquia, ubicado en el municipio de La Ceja, gracias a sus esfuerzos, recibió una beca para ingresar al Seminario Mayor de Medellín, lugar en el que sería condiscípulo del excelente escritor y expresidente de la república don Marco Fidel Suárez.

Y, seguramente, fue al lado de Marco Fidel donde el Padre Ramón N. Cadavid cultivó su talento de hombre emprendedor y visionario. Talento que daría como resultado enormes proyectos de vanguardia en Jericó durante su servicio como párroco del municipio, labor que desempeñó durante treinta y seis años (1875-1911) y en la que adelantó importantísimas obras de desarrollo local, entre las que se destacan el inicio de los cultivos de café, la construcción de la planta eléctrica, que desde 1906 abasteció de luz y fuerza al municipio, la instalación de una fábrica de hilados y tejidos de algodón con la que se empleó a cientos de jericoanos, la contribución eficaz en la conformación del banco de la localidad y la gestión con los gobiernos para el mejoramiento de Jericó.

Sin embargo, en esta carrera de desarrollo del padre Ramón N. Cadavid, a quien los habitantes del municipio denominaron el fundador del progreso de Jericó, también apareció oposición; pero quién creería que esta llegaría desde la misma Iglesia, con el nombramiento hecho por Monseñor López de Mesa, en 1905, del padre Álvaro Obdulio Naranjo como cura excusador de la parroquia dirigida por el padre Cadavid. Debido al entusiasmo del padre y a su entrega por el progreso de Jericó, sus superiores argumentaron que estaba más dado a las obras materiales que a las ministeriales; y aunque su vida sacerdotal fue íntegra, el siempre optó por el desarrollo del municipio. El padre Ramón N. Cadavid no nació en nuestro municipio, pero fue aquí donde se inmortalizó su obra.

 

Consejo de Redacción AdP

Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

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