Desde niña Dalia Córdoba Agudelo supo que el gusto por las manualidades no era una simple coincidencia. Su padre, que hoy ajusta los cien años, se dedicaba a las labores del campo, pero siempre tuvo una vena creativa que exploró con sus hijos cuando construía camas con palos de café, y Dalia, junto a sus hermanos, tenía la labor de lijarlas. Lo mismo ocurrió con su mamá, quien aprovechaba los tiempos de descanso para tejer...













