Respeto a la memoriaLA BATALLA DEL PANTANO DE VARGAS, ENTRE LOS MITOS Y LA REALIDAD

Verdaderas lecciones El 25 de Julio de 1819 la Batalla del Pantano de Vargas marcó el destino de la corona española en el territorio americano. Contra toda previsión, las tropas patriotas derrotaron a las españolas e iniciaron un recorrido de triunfos por lo que en su época se conoció como la Gran Colombia, que dio a Bolívar el título de Libertador. Los mitos El maestro Rodrigo Arenas Betancur levantó una escultura en los terrenos de...
Consejo de Redacción AdP4 años .19349 min

Verdaderas lecciones

El 25 de Julio de 1819 la Batalla del Pantano de Vargas marcó el destino de la corona española en el territorio americano. Contra toda previsión, las tropas patriotas derrotaron a las españolas e iniciaron un recorrido de triunfos por lo que en su época se conoció como la Gran Colombia, que dio a Bolívar el título de Libertador.

Los mitos

El maestro Rodrigo Arenas Betancur levantó una escultura en los terrenos de la batalla, cerca a Paipa, en el que doce lanceros a lomo de sus caballos protagonizan la carga final.

Ese es el mito

Se ha generado la leyenda de que la batalla fue decidida por una carga de catorce lanceros inspirados, y que al mando del coronel Juan José Rondón acabaron de un plumazo con el ejército español. Algún religioso de la época atribuyó este triunfo a un milagro, a una especie de reacción del cielo todopoderoso, frente a la blasfemia del General José María Barreiro, quien comandaba las tropas realistas, pues hubo un momento de la batalla en el que gritó: “¡Ni Dios me quita la victoria!”

La realidad

La verdad es que, según el historiador Enrique Uribe White, la batalla del Pantano de Vargas es incluso más importante que la que se libró días después en el Puente de Boyacá, pues no solo demostró el genio militar de Bolívar, sino que generó un precedente de victoria que predispuso a los españoles a la derrota.

Antecedentes

Pablo Murillo había recibido el encargo de los reyes de España de reconquistar los territorios de la Nueva Granada, que había declarado su independencia. Este general llegó primero a Cartagena y luego a Santa Fe de Bogotá, en donde instauró un régimen de terror. Militar de carrera, lo primero que hizo fue montar un efectivo servicio de inteligencia que le permitió saber quiénes eran los insurrectos y enterarse de que Bolívar se encontraba en los llanos orientales reorganizando el ejército patriota. Sabiendo que las intenciones de los rebeldes eran sorprender a las tropas españolas, montó una eficiente red de espionaje para enterarse

con antelación de los movimientos de las tropas de Bolívar.

El Libertador, manteniendo la idea de sorprender al enemigo, decide atravesar el páramo de Pisba con unos resultados desastrosos, pues en la travesía pierde virtualmente el 50% de sus tropas y pertrechos. Llega tan desastrado a Paipa que el informe de inteligencia que recibe Murillo es que se trata de “un ejército de menesterosos”.

Cuando días después Bolívar decide marchar a Santa Fe de Bogotá, al subir a un montículo en el sitio del Pantano de Vargas, se sorprende al ver al ejército realista, bien armado y mejor ubicado, que lo espera para dar la batalla.

En pocos minutos, Bolívar decide que las condiciones son tan adversas que solo el factor sorpresa decidirá este combate. Consciente de que su caballería es una ventaja sobre los realistas, pues los llaneros “nacen” virtualmente a lomo de un caballo, llama a Juan José Rondón, comandante de la caballería, que es un mayor de su ejército y le dice que solo puede participar en el combate una vez reciba sus instrucciones. Decide “esconder” la caballería e iniciar la batalla utilizando solo el resto de sus fuerzas: la artillería y la infantería. Es esa desigual confrontación la que le permite a Barreiro suponer que la batalla se decidirá a su favor, y convencido grita su blasfemia, ordenando la carga final. Ese momento en el que el ejército realista se desorganiza es crucial y Bolívar grita, ascendiendo a Rondón en el campo de batalla: “¡Coronel, salve usted la patria!”

El historiador Uribe White dice que lo que salió ahí no fue solo la totalidad de la caballería patriota que no había participado en la batalla, sino una suma de hombres enajenados por la indignación de haber visto a sus parientes y amigos aniquilados por el enemigo. Fue un ataque tan fiero y tan sorpresivo que el ejército español no tuvo tiempo para saber lo que estaba ocurriendo.

El aprendizaje

Los grandes retos y las agrandes tareas de los pueblos son tanto más exitosos y decisivos en la medida en la que se apoyan en la grandeza de su espíritu. Es el espíritu de sus hombres y mujeres, el espíritu de sus jóvenes y niños, el que da la fuerza necesaria para vencer las dificultades y alcanzar grandes metas.

El Espíritu Jericoano es una muestra notable de grandeza, de unión, de solidaridad y ayuda mutua. Lo hemos podido apreciar todos en la manera gallarda, decidida y valerosa con la que hemos enfrentado las dificultades recientes. La avalancha y el COVID-19 han sido nuestras propias batallas del Pantano de Vargas, y en ambas ha sido nuestro espíritu el que se ha impuesto, es nuestro espíritu el que ha logrado los avances.

Consejo de Redacción AdP

Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

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