Entre RielesCarlos Montoya: un comerciante al servicio de su comunidad

Desde hace ya una década don Carlos le ha puesto toda su dedicación a su negocio, que ha pervivido no solo por la calidad de lo ofrecido, sino también por la calidez y el don de servicio de su dueño, que entre la comunidad se ha caracterizado por su excelente atención al cliente. Él, desde muy joven, supo que su pasión era el comercio, por lo que, incluso antes de terminar sus estudios de bachillerato,...

Desde hace ya una década don Carlos le ha puesto toda su dedicación a su negocio, que ha pervivido no solo por la calidad de lo ofrecido, sino también por la calidez y el don de servicio de su dueño, que entre la comunidad se ha caracterizado por su excelente atención al cliente. Él, desde muy joven, supo que su pasión era el comercio, por lo que, incluso antes de terminar sus estudios de bachillerato, empezó a desempeñarse en heladerías y luego en tiendas y expendios de gas, pero sabía que su destino era volverse independiente.

Este fredonita llegó de paso a Puente Iglesias, luego regresó y lo hizo para quedarse, pues ya no imagina una vida lejos de este lugar. “Lo que hace que estoy acá, gracias a Dios y a sus bendiciones me ha ido muy bien, porque saqué a la hija mía adelante, ya ella es profesional”, comenta con orgullo don Carlos, que cada día se siente más animado para jugársela toda por su negocio Estadero, cabañas y piscinas Puente Iglesias, donde además ofrece comidas rápidas, un producto que no se encontraba y que por eso decidió empezar a ofrecerlo.

Pero no es esto lo único que lo llena de alegría, también lo hace el hecho de saber que su negocio, con los empleos que en este momento genera, ha contribuido a mejorar la calidad de vida de su familia y la de otras, pues en su local trabajan su esposa y su cuñada, además de tres personas que también pertenecen a la región. Su mayor motivación para seguir trabajando es su madre: “tengo una mamá viva, la quiero mucho y yo espero que a ella nunca le falte nada, porque es darle a ella lo que ella nos quiso dar, pero no fue capaz”, acota. Gracias a su dedicación como comerciante pudo comprarle a ella una casa y le ha podido garantizar su alimentación y el cuidado de su salud. Además, como padre y esposo ejemplar, resalta que, aunque su hija ya es independiente, estará luchando por ella hasta que lo necesite y quiera contar con él, y se siente agradecido de la gran esposa que tiene a su lado.

Lo que más le gusta de Puente Iglesias es la comunidad, “que es una comunidad humilde, gente que es tratable y tiene todavía esa cultura, esa educación. Es gente humanitaria, que colaboran y se dejan colaborar”. Él reconoce que el aprecio que se ha ganado ha sido gracias a la buena imagen del negocio, la calidad y los precios, que afirma que son muy módicos y se acoplan a las necesidades de la comunidad. A don Carlos le importa, como él mismo lo dice, “que la gente tenga el servicio bajo cualquier condición”, por eso, no le preocupa fiarles a sus coterráneos y ser solidario, pues confía en ellos y sabe que este es un territorio donde priman los valores y la unidad.

 

Sector la piscina de Puente Iglesias

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Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

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