Hay una anécdota reveladora que habla de lo que significa la capacidad que tiene la especie humana para sistematizar sus experiencias y aprender. En una conferencia sobre los viajes espaciales, el profesor Jim Robertson en 1986 explicaba que un vehículo Simca modelo 1967 tenía más valores agregados tecnológicos que los que tenía la primera cápsula espacial Gemini, esa “lata de sardinas” que se exhibe hoy en el Smithsonian Museum de Washington, en la que dos astronautas acurrucados y estrechos dieron la vuelta a la tierra.
La anécdota habla de cómo la tecnología se mueve aceleradamente en consecuencia con los aprendizajes de nuestra especie. Los avances en seguridad automotriz son francamente impresionantes, así como los de la industria aeronáutica, los procesos de producción o la medicina, para no citar sino algunos ejemplos. Estos permiten entender que, para cada problema, se busca y se encuentra una solución.
Los procesos de producción, minería, transporte, entre otros, comenzaron sus actividades en los primeros años de la Revolución Industrial con prácticas que causaban graves daños ambientales, eso es cierto. Del mismo modo, es cierto el impresionante avance en las tecnologías y su relacionamiento con el medio ambiente en el presente.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, realizó en el año 2018 un encuentro internacional que, bajo la denominación de Minería para un futuro bajo en carbono, se concentró en estudiar las oportunidades y desafíos para el desarrollo sostenible.
El experto mundial en gestión sustentable de los recursos mineros Michael Dösch hizo referencia en particular al significado de la sustentabilidad basada en estrategias políticas a largo plazo, los mecanismos de participación que desencadenan gobernanza, las transferencias de tecnología y la innovación. Insistió en la inclusión, pues nadie se puede quedar atrás para el cumplimiento de la Agenda Global 2030. El imperativo es generar relaciones de confianza entre todos los actores sociales.
Un tema fue relevante: la minería inteligente con el cambio climático. Se esclareció allí la dinámica de las innovaciones tecnológicas para reducir los daños ambientales, como una estrategia consciente, necesaria, que contribuirá a cambios trascendentales en la creación de empleos, la capacitación de las comunidades cercanas a las operaciones mineras, el alargamiento de las cadenas de valor y la transformación productiva.
Ya no es concebible mirar esta actividad en la lógica de grupos de trabajadores con cascos y armados de picos y palas para extraer los metales. La robotización, las máquinas más prodigiosas, los centros de operaciones totalmente computarizados son ya el nuevo escenario. De esto también se trata el desarrollo sostenible.
Consejo de Redacción AdP
Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.