Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosaUncategorizedUna cosa es ser sordo y otra cosa es no querer oír ni escuchar

La sordera es una limitación física que impide escuchar los sonidos. Quienes la padecen caminan por un mundo en total silencio. Deben encontrar otros mecanismos para comunicarse, para procurar ser entendidos. No es fácil. Pero hay también quienes, sin padecer esa limitación, se niegan a oír o a escuchar algo distinto a aquello en lo que ellos creen o a lo que ellos piensan. No soportan ninguna idea que sea ligeramente diferente. Están instalados en...

La sordera es una limitación física que impide escuchar los sonidos. Quienes la padecen caminan por un mundo en total silencio. Deben encontrar otros mecanismos para comunicarse, para procurar ser entendidos. No es fácil.

Pero hay también quienes, sin padecer esa limitación, se niegan a oír o a escuchar algo distinto a aquello en lo que ellos creen o a lo que ellos piensan. No soportan ninguna idea que sea ligeramente diferente. Están instalados en su “verdad”, viven dentro de su “verdad”.

Este es un problema grave, porque es solo viendo los diferentes ángulos de las cosas como se construye conocimiento. Durante cientos y cientos de años toda la humanidad estaba convencida de que los planetas giraban alrededor de la tierra, porque se pensaba que nuestro planeta era el centro del mundo. Apenas en el siglo XVI, hace cuatrocientos años, Nicolás Copérnico pudo demostrar que estábamos equivocados. Había muchos sistemas solares, y el nuestro estaba integrado por un puñado de planetas, la Tierra entre ellos, que giraban alrededor del Sol. Publicó su teoría poco antes de morir, pues siempre tuvo miedo de no ser entendido.

Galileo Galilei en 1633, cien años después, insistió en la tesis de Copérnico y fue sometido a juicio por la Santa Inquisición. Para no morir en la hoguera, tuvo que retractarse y decir que estaba equivocado. Como se retractó, la pena fue un confinamiento para el resto de su existencia.

Hoy no existe duda alguna en que estos dos científicos tenían la razón, tanto como la tuvo el sabio griego que los inspiró: Aristarco de Samos, cientos de años antes de Jesucristo.

Las “verdades” ciegas nos conducen a estancarnos. Siempre, siempre, es mejor oír; aunque no estemos de acuerdo.

 

Consejo de Redacción AdP

Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

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