Cuando éramos niños nos causaba risa ese cuento del paisa que se metió a un cementerio por la noche para hacer una travesía que le permitiera llegar más rápido a la casa. El relato dice que el hombre iba muy nervioso pensando en que de pronto se le aparecía un ánima y que, entonces, la ruana se le enredó con un chamizo y él se infarto, creyendo que era que, en efecto, un alma en pena lo había atrapado.
Claro, una cosa es lo que la gente ve y siente al estar atrapada en un pensamiento o una idea que le genera terror, pero otra cosa es si la ve objetivamente.
Mire nada más el impacto que ha causado ver los relaves, tocarlos, saber cómo son. Se acaba el mito y se entiende todo lo que se puede hacer con ese material como materia prima. Tenía razón santo Tomás: ver para creer.
Consejo de Redacción AdP
Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.