Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosaOJO A ESO DE QUE “NO TENGO TIEMPO”

¿No ha notado usted que en estos tiempos modernos todo el mundo vive de afán? A nadie le alcanza el tiempo para nada, vivimos muy ocupados. Es una cosa grave porque tampoco nos queda tiempo para pensar; pero claro, como vivimos cortos de tiempo, en lo que menos pensamos es en el mañana. Es muy raro, una especie de contradicción. El mundo avanza, se transforma, se modifica y, como no tenemos tiempo, no somos capaces de mirar a nuestro alrededor, de entender lo que va pasando y, mucho menos, de entender el futuro.

Si uno para un momentico y mira para todos los lados, lo que se ve son cosas extraordinarias, avances tecnológicos inimagina­bles, triunfos de la inteligencia humana en medicina, aeronáutica, telecomunicaciones, procesos industriales, nuevas máquinas prodigiosas, en fin. Nuestros hijos y nuestros nietos verán cosas mucho más extraordinarias porque la especie humana tiene una vocación transformadora. Las apuestas a quedarnos en el pasado, a que todo debe dejarse como estaba, a detener el tiempo, son aspiraciones respetables, claro, pero terminan yendo en contravía de eso que nos enseñaron los abuelos, eso que parece vibrar en el Espíritu Jericoano: la certeza de que hay que echar para adelante siempre.