Compromiso transparente con el medioambienteHumboldt, el genio que nos permitió entender la naturaleza.

La lección de vivir juntos siendo diferentes No existe en la historia de la civilización un ser humano cuyo nombre sea más utilizado para bautizar ríos, montañas, calles, plantas, cataratas y pueblos a lo largo y ancho del planeta, lo mismo en Rusia que en Inglaterra, en los Estados Unidos o en Suramérica. Esta es la manera que adoptó el mundo para hacer un homenaje perenne a uno de sus científicos más amados y respetados:...

La lección de vivir juntos siendo diferentes

No existe en la historia de la civilización un ser humano cuyo nombre sea más utilizado para bautizar ríos, montañas, calles, plantas, cataratas y pueblos a lo largo y ancho del planeta, lo mismo en Rusia que en Inglaterra, en los Estados Unidos o en Suramérica. Esta es la manera que adoptó el mundo para hacer un homenaje perenne a uno de sus científicos más amados y respetados: Alexander von Humboldt (1769-1859).

Humboldt fue, ciertamente, un ser humano sobresaliente. Un auténtico polímata, capaz de destacarse con solvencia en diferentes áreas del conocimiento, como la geografía, la astronomía, la filosofía, la educación, la botánica. Su obsesión fue entender cómo funcionaba el mundo, y lo recorrió, de manera literal.

Durante cinco años viajó por Latinoamérica, a lo largo de 10.000 kilómetros, y entendió a través de sus observaciones y mediciones, utilizando sofisticados instrumentos, que nuestro planeta es, decididamente, “un conjunto vivo”, perfectamente integrado, en el que todo tiene que ver con todo.

Fue una visión que rompió todos los paradigmas. La idea generalizada en el siglo XVIII era que la naturaleza era un sistema mecánico que funcionaba, según el Plan Divino, para uso y dominio del hombre. Él demostró que estábamos equivocados, que la naturaleza es un poderoso entramado y que cada organismo que se encuentra en ella, por minúsculo que sea, representa una ficha clave.

La visión de Humboldt desencadenó la comprensión de lo que hoy todos entendemos como el medio ambiente, pero hay un aspecto de esas lecciones brindadas que es urgente rescatar: vivir juntos en la diferencia, porque la naturaleza es precisamente eso, una suma de diferencias integradas. El río que recorre el bosque y el ecosistema acuático que recoge los diferentes animales que lo habitan y conviven con las múltiples especies vivas animales, desde las más pequeñas a las más grandes que también se encuentran en ese bosque. Y ese bosque, de igual manera, está integrado por un universo de especies vegetales diferentes, grandes árboles al lado de arbustos pequeños, en un entramado de familias de plantas diferentes.

Es importante vivir juntos en la diferencia, entender los alcances de cada especie viva, no exigirle a ninguna que renuncie a su propia naturaleza. La especie humana, contraria al resto de las demás especies vivas, tiene unas características especiales: tiene sentido de la identidad, tiene sentido del tiempo (es la única que piensa en el pasado, en el presente y en el futuro), tiene conciencia, capacidad de reflexión y lenguaje. Es por ello que se erige como la única especie que transforma su entorno y construye civilizaciones. Una especie que aprende que puede transformar su entorno, ya no en la lógica de que todo lo que la rodea está a su servicio, sino con respeto y con el entendimiento de que somos parte integral de ese gran sistema vivo que necesitamos y nos necesita.

Consejo de Redacción AdP

Esto es un homenaje a nuestros orígenes, un homenaje a esa Aldea del Piedras que crearon nuestros mayores, un homenaje a su coraje, su dedicación, su esfuerzo, su tesón, y su condición de visionarios.

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